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Emilio Botín, patriarca de una de la dinastías empresariales más importantes de Europa que falleció el martes a los 79 años, fue reconocido por transformar una pequeña entidad de provincias, el Banco de Santander, en uno de los mayores del mundo y contribuir al destacado crecimiento económico de su país en los años 90. | Foto: Afp

Internacional

Muere Emilio Botín, patriarca del banco Santander

Su hija mayor, Ana Patricia Botín, será propuesta como su sucesora en la presidencia del consejo de administración del banco.

10 de septiembre de 2014

Emilio Botín, el hombre que transformó al pequeño banco regional español Santander en el mayor prestamista de la zona euro, murió el martes por la noche de un infarto a la edad de 79 años. Emilio Botín, como su abuelo y su padre lo hicieron antes, ocupaba la presidencia del Santander desde 1986, tras asumir la dirección general en 1967 y el puesto de consejero delegado en 1977.

Con una gestión extremadamente personal, Botín contribuyó a transformar la pequeña entidad financiera en uno de los grandes grupos bancarios del mundo, llevando la llama del logo del Santander por todo el mundo. Bajo su dirección, Santander se embarcó en una vorágine de adquisiciones en la década de 1990 en Latinoamérica y se lanzó también al mercado británico con la compra de Abbey National en el 2004 por más de 9.000 millones de libras.

La decisión de que le suceda su hija puede suscitar alguna controversia, porque las dinastías bancarias han estado bajo crítica tras el escándalo que hundió al banco portugués Banco Espirito Santo, y por el que se investiga a la familia fundadora. "Una sucesión no debería ser simplemente decir 'mi hija se hará cargo'", dijo un experto en gobierno de empresas de un gestor global de fondos que administra acciones de Santander, hablando a condición de anonimato.

Sin embargo, otros dicen que Ana Botín, quien ha pasado la mayor parte de los últimos 25 años en el banco, puede ofrecer una muy bienvenida continuidad. "El asunto clave es si el control familiar es o no algo bueno. Finalmente depende de la persona y su hija es una astilla del mismo palo", dijo Philip Saunders, uno de los jefes de Investec Asset Management. "Con frecuencia, el control familiar o una fuerte influencia impulsa la visión de largo plazo, lo que es particularmente importante en el contexto bancario, porque los bancos que tienden a comportarse de manera procíclica destruyen valor de los accionistas como consecuencia", dijo.

SORPRESA EN EL MERCADO

La noticia sobre la muerte de Botín sorprendió al mundo financiero y político en toda España. "Ha sido una sorpresa y al mismo tiempo un mazazo", dijo el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, en declaraciones a la prensa en los pasillos del Congreso, señalando que había sostenido una reunión con Botín la semana pasada en la que lo encontró en "muy buena forma".

Las acciones del banco caían un 0,88 por ciento a 7,68 euros tras llegar a bajar un 2 por ciento al anunciarse la noticia. "La reacción en el mercado muestra que el mercado ve algo de incertidumbre en el corto plazo para el banco. La historia de la entidad está muy ligada a la familia de Botín y a su presidente y el nombramiento de un nuevo presidente va a suponer un cambio inicialmente", dijo Nicolás López, director análisis MG Valores.

La expansión del banco comandada por Botín protegió al Santander de la crisis de la zona euro y de la larga recesión en España, donde ahora el banco obtiene sólo el 14 por ciento de sus ganancias. Sin embargo, no todo ha sido éxito. El retorno total para los accionistas de Santander en los últimos 10 años ha sido menor al de rivales como JPMorgan y HSBC, dos bancos con los que a Botín le gustaba compararse, según colegas.

El banquero también fue objeto de controversia. Su familia, que posee apenas un 2 por ciento del Santander, pagó 200 millones de euros en el 2011 para evitar cargos de evasión de impuestos relacionados con una cuenta en un banco suizo. "Botín ha sido el rey extraoficial de España. Su muerte crea incertidumbre y un vacío de poder en la cúspide", dijo el gerente de un fondo de cobertura en Londres, que pidió que no se mencionara su nombre. "La sucesora obvia era su hija, ese siempre fue el plan, pero no tuvo tiempo para arreglarlo adecuadamente e instalarla como presidenta del consejo de administración antes de morir, así que puede haber algún conflicto", añadió.

¿Quién era?
Conocido por su habilidad para sellar acuerdos, Botín -o "Don Emilio", como se le conocía en el Banco Santander, el mayor banco de la zona euro- procedía de una familia de banqueros. Siguió los pasos de su abuelo y su padre, ambos llamados Emilio, en la presidencia del Santander. Deja seis hijos, y la mayor, Ana Patricia Botín, es ahora la favorita para hacerse cargo del banco. Bajo el mando de Botín durante 28 años, el Santander emprendió una vorágine de adquisiciones en América Latina en los años 90, encabezando una "conquista" empresarial española en el continente.

Asimismo, adquirió en 2004 el británico Abbey National, una compra por unos 13.000 millones de euros que catapultó a España al centro del sistema bancario mundial. Forbes estimó su fortuna personal en 1.100 millones de dólares. Cuando parte del sector financiero español recurrió a un rescate en 2012, el Santander salió relativamente indemne, ya que la presencia internacional del banco lo blindó de la debacle económica nacional. Como otras dinastías europeas como los Agnelli italianos o los Quandt alemanes, los Botín han influido en la sombra sobre los líderes políticos y sociales del país. No obstante, la influencia de la familia Botín en Banco Santander no ha estado exenta de críticas. Aunque la familia posee sólo un dos por ciento de las acciones del banco, hay tres de sus miembros en el consejo de administración.

La reputación del banquero sufrió un revés en 2011 cuando la familia pagó 200 millones de euros a Hacienda para evitar un presunto delito de evasión fiscal vinculado a una cuenta en Suiza. El caso fue doblemente sonrojante porque el dinero estaba en un banco rival, el HSBC.

BUENA MANO PARA LOS NEGOCIOS

Botín empezó a trabajar en Santander en 1956, un siglo después de que el banco fuera fundado bajo el reinado de Isabel II. Durante muchos años trabajó a la sombra de su padre, entonces presidente, al que sustituyó a los 51 años en 1986, el mismo año en que España se unió a la Unión Europa. Botín no perdió tiempo cuando tomó las riendas como presidente. En 1989, elevó del 1 al 11 por ciento los intereses que pagaba por las cuentas corrientes de sus clientes, lanzando una guerra de precios con sus competidores. En 1994, compró Banesto después de que fuera rescatado por el Banco de España.

La década de los 90 trajo una enorme expansión en América Latina. Santander entró en Argentina, Brasil, Colombia, México, Perú, Venezuela, Chile, Puerto Rico y Uruguay, una estrategia que ayudó a amortiguar la larga recesión que sufrió España.

La magnitud del banco la pone de manifiesto un enorme complejo a la afueras de Madrid, en Boadilla del Monte, que alberga la sede operativa del grupo, con amplios terrenos y olivos milenarios, y autobuses internos que trasladan a los empleados en su interior. El complejo incluye guarderías y peluquerías para empleados.

Personas que trabajaron con él dicen que Botín era disciplinado y directo y que disfrutaba de los pequeños aspectos de gestión del banco, como decidir el logo de Santander en los laterales de los coches de Fórmula Uno. Botín, que siempre llevaba corbata o chaqueta roja a juego con el color corporativo de Santander, estaba estrechamente unido a la imagen del banco, que también patrocinó la Copa Libertadores en América Latina. Amigos y socios dicen que Botín estaba muy concienciado con la salud. A menudo salía a correr en la sede del banco en Santander y cuidaba su alimentación.

En los últimos años, cedió las operaciones diarias del banco a personas de su confianza. No obstante, siguió siendo el principal estratega el banco, y fuentes cercanas dicen que hasta hace poco estaba planeando compromisos futuros. En el banco se decía que quería que su presidencia superara a la de su padre, que se retiró con 83 años.


Reuters/D.com