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ANÁLISIS

Éxito: La ciencia de la oportunidad

Las oportunidades tienen el desagradable hábito de aparecer disfrazadas de diversas maneras e incluso llegan a tomar la forma de un fracaso temporal. ¿Cómo identificar oportunidades y convertirlas en éxitos?

Oliverio González
24 de julio de 2016

Toda adversidad contiene la semilla de un éxito venidero. ¿Cómo aprender a identificar las verdaderas oportunidades y convertirlas en grandes éxitos?

1. Estado de vigilancia

Una mente entrenada para detectar oportunidades se convierte en una morada favorable y predispuesta para ver más allá de lo obvio. Estar alerta y vigilante del entorno es el hábito del centinela de las oportunidades. Se requiere agudizar los sentidos para llevarlos a nuevos y desconocidos límites de observación, entendimiento, intuición y percepción.

2. Los caprichosos disfraces de la oportunidad

Cuando la oportunidad surge generalmente lo hace en el lugar menos esperado y con los más resbaladizos atuendos y personificaciones. Lanza señales que generan distracción y dudas, pero solo la mente entrenada y alerta logra reconocerla cuando la multitud no consigue hacerlo o incluso niega su existencia, esa es la primera pista por seguir.

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3. Sospeche si el amor no fue a primera vista

No todas las oportunidades convienen, solo aquellas donde hay conexión superior, anhelo desbordado y gran esperanza de futuro, en tal caso, se trata de su verdadera oportunidad. Cada una es hecha a medida y tiene un precio específico que se paga superando obstáculos. La oportunidad brilla gracias al emprendedor y el emprendedor brilla gracias a la oportunidad. Son románticamente, el uno para el otro.

4. La oportunidad es cobarde y arrogante

Huye de quien no está preparado así como de la falta de carácter, inteligencia, carisma y personalidad, son exigencias que la modernidad impone. No le gustan los novatos ni los principiantes, por ello solo reposa en las manos experimentadas que saben como sacar su máximo potencial. Emprendedores que han fracasado tienen aprendizajes ocultos de gran valor que les facultan para ascender más fácil por la escalera que conduce del fracaso al éxito.

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5. Pensar en lugar de adivinar

No se puede ser indiferente a la necesidad de pensar con profundidad y precisión. Las malas decisiones provienen de falta de información relevante, poca profundidad en el entendimiento del problema, análisis flojos y ligeros, deliberaciones poco trascendentes y timidez en la toma de decisiones. No pensar objetivamente es sabotear el éxito prometido. El pensamiento debe estar descontaminado por el optimismo desbordado y por el deseo ardiente, que finalmente terminan trastornando el concepto de realidad.  

6. Rapidez y abundancia

Una y la otra confirman una verdadera oportunidad. Una sin la otra son símbolos de una falsa tentación.

7. El fracaso es un profesional del ilusionismo

Cuando la frustración se adueña del emprendedor la reacción automática es abandonar. Multitudes han renunciado justo a un metro de encontrar el éxito. El fracaso es el guardián protector de la oportunidad y su mayor encomienda es producir abandono. El fracaso es rico en malicia, con gran talento para hacer tropezar y generar experiencias negativas para no repetir. Al fracaso se le puede aplicar el principio elemental del judo: Aprovechar la fuerza del contrario en beneficio propio. Los fracasos son escalones finitos hacia la conquista del éxito.

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8. La oportunidad también se cansa de esperar

Cuando la oportunidad elige a su emprendedor, éste deberá demostrar su deseo, ideas claras y organizadas, así como grandes volúmenes de esfuerzo planificado y estructurado. Esa es la diferencia entre suspirar por algo y estar listo para obtenerlo. Multitudes han dejado escapar magníficas oportunidades por no contar con una planificación estratégica e inteligente que les permiten conquistarlas. La dirección es tan importante como la velocidad, hay muchos que van rápido pero para ningún lado.

9. El deseo es la llave

Cada quien guarda la maravillosa capacidad de convertir el deseo ardiente en una forma de pensamiento que rechaza y repele el concepto de imposible y que no acepta el fracaso como una opción. El anhelo de logro es la mayor fuerza motivadora que dirige y orquesta cada uno de los movimientos, actos y hazañas que finalmente conllevan al éxito esperado. Así como la electricidad hace girar los motores de la industria, el deseo hace que los equipos sean de desempeño superior.

10. Las cuatro capacidades

Fe, deseo, imaginación y perseverancia son las características de los equipos que están más preparados para atesorar el éxito, instalar estas habilidades no es económico, ni fácil y mucho menos rápido. Quien desee la victoria no podrá disfrutarla a un menor precio. Muchos, aun cuando son pocos, están dispuestos a pagar el alto precio del éxito.

A medida que las oportunidades se van aprovechando van surgiendo más y mejores, caso contrario, cuando no se sabe aprovecharlas se restringe la opción de que nuevas aparezcan.

Oliverio González