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Alonso Orjuela, presidente de Surtifruver.

Pleito

Más líos para los dueños de la San Martín

Otro escándalo sacude a la Universidad San Matín, por cuenta de Martín Alvear, hijo de Mariano Alvear, fundador de la institución educativa, quien ahora se rehúsa a terminar el contrato con la cadena de alimentos Surtifruver. Además para lograrlo acudió a la fuerza.

6 de febrero de 2014

Dinero.com conoció una denuncia hecha por el Presidente de Surtifruver, Alonso Orjuela, sobre la forma como terminó su relación contractual con la Universidad San Martín.

El acuerdo entre la Universidad San Martín y Surtifruver de la Sabana inició cuatro años atrás, cuando con la promesa de duplicar ventas, la cadena de alimentos le cedió a la universidad un espacio en sus locales para la venta de sus productos cárnicos.

El compromiso inicial era que tras los primeros seis meses de contrato las ventas de Surtifruver se incrementarían en un 50% y que tras un año de las operaciones las ventas serían del doble.

Todo esto amparado en que la calidad de las carnes que vendería la San Martín en los locales de la cadena de alimentos sería de alta calidad, vendería ganado Kosher, lo cual nunca pasó y, al contrario de lo prometido, las ventas de la cadena de frutas y verduras se redujeron en cerca de un 60% transcurridos cuatro años de la relación contractual, según su Presidente Alonso Orjuela.

Es por esa razón que tanto Orjuela como su socio Rubén Gómez, optaron por darle fin al contrato que existía, para ello se acordó que el 31 de enero de 2014 la universidad devolvería los espacios que tenía en los locales.

Sin embargo, el 28 de enero, dos días antes de cumplirse el plazo para la entrega, Orjuela y Martín Alvear, hijo de Mariano Alvear fundador de la institución educativa, se reunieron para acordar la entrega de los espacios, reunión que no llegó a feliz término pues la San Martín pedía 3 meses adicionales para entregarlos, lo cual, por la vigencia del contrato, no se podía dado que Surtifruver ya tiene nuevo socio para los productos cárnicos.

Tras el fracaso en la negociación, la universidad optó por no entregar los locales lo que obligó a Orjuela a tomarlos nuevamente, iniciando por el de Chía, para posteriormente recobrar los demás.

Sin embargo, al tomar posesión, una vez el contrato con la universidad terminó y finalizó el plazo de ésta para dejar los espacios, a lo cual se negaron, se apareció en las instalaciones del local de Chía el funcionario de la Universidad, el señor Martín Alvear, con cerca de 40 personas que lo acompañaban entre abogados, escoltas y personas cercanas a él.

Una vez en el local, Alvear y sus acompañantes, algunos de ellos con chalecos antibalas, armas y uniformes de seguridad privada, increparon a los clientes y trabajadores por la toma de posesión de los espacios.

Aseguraron algunos de los empleados y clientes que los hombres que acompañaban a Alvear dijeron “de aquí no nos sacan, y si nos van a sacar, hay plomo suficiente para todos”. Además de que se acercaban a los compradores para que no compraran carne, pues según ellos el Invima los había sancionado por cuestiones de salubridad.

Este último incidente obligó a Orjuela a acudir a la Policía para que ayudaran a desalojar. Al local de Chía llegaron dos camionetas de las autoridades con las cuales se enfrentaron verbalmente los acompañantes de Alvear. Sólo hasta que el oficial dijo que llamaría refuerzos para hacer el desalojo por la fuerza, se retiraron de las instalaciones.

La ocupación del local duró alrededor de ocho horas, inició a las nueve de la mañana y se retiraron alrededor de las cinco de la tarde. Durante la confrontación las ventas en la cadena estuvieron paralizadas, por lo cual de los $50 millones que se venden en promedio en ese punto, sólo se registraron ventas por $1 millón aquel martes.

Ahora Surtifruver y su colectivo de abogados diseñan la estrategia legal que implementarán contra Alvear y la Universidad San Martín, y anuncian que retomarán el negocio cárnico con un nuevo proveedor que traerá ganado cinco estrellas desde Córdoba, incluidos novillos de entre 24 y 28 meses, que se sacrifica en la planta de Colanta en Santa Rosa en Antioquia, considerada en América Latina como una de las de mejores prácticas fitosanitarias, para, ahora sí, lograr un importante crecimiento en el segmento de ventas de carne.