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Por ese lugar han desfilado un sinnúmero de objetos de decoración como mesas, sofás y elegantes lámparas del Virreinato. Aunque Páez se enorgullece especialmente por dos ánforas fabricadas en uno de los lugares favoritos del rey Luis XV en Francia. Foto: Dinero | Foto: Dinero

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Los tesoros de la historia colombiana y universal que custodian los anticuarios

Los tesoros de la historia colombiana se conservan en los viejos y empolvados escaparates de los anticuarios del país, que se niegan a morir a pesar de las nuevas tendencias de consumo y el inminente relevo generacional.

21 de mayo de 2016

El negocio de las antigüedades en Colombia se mantiene vigente gracias a la persistencia de sus veteranos ‘custodios’, quienes preservan la herencia material del país con una innegable determinación.

La capital colombiana históricamente fue el epicentro del mercado de las antigüedades. Sin embargo, con el pasar de los años el negocio se fue marchitando y los locales comenzaron a cerrar sus puertas debido a las dificultades económicas.

Y es que Bogotá pasó de tener unas 100 tiendas de antigüedades en los ‘tiempos dorados’ a sólo 30 en un lapso de veinte años, según lo explicó en una entrevista concedida a Dinero el presidente de la Asociación de Anticuarios de Colombia, Francisco Páez.

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“El golpe fue duro pero afortunadamente nos hemos sostenido”, destacó el directivo, quien considera que uno de las mayores interrogantes que se plantean los dueños de los anticuarios es si sus hijos preservarán sus negocios en el futuro.

La historia de Francisco Páez en el negocio, como la de muchos de sus colegas, comenzó gracias a la influencia de sus padres, quienes pertenecieron al selecto grupo de pioneros del mercado de las antigüedades en el país. 

Su local, situado en el corazón de la localidad de Chapinero (Bogotá), se ha mantenido a lo largo del tiempo como una empresa familiar que se proyecta en las nuevas generaciones.

Uno de los principales retos del sector se concentra en la innovación, pues este es un negocio suntuario de “la inmensa minoría” que necesita reinventarse para seducir a los consumidores más jóvenes.

Las piezas de exhibición sobran, pues los anticuarios conservan verdaderas joyas de la historia no solo del país sino también de todo el mundo, la cuales han llegado de las principales ferias de Nueva York (EE.UU) y Buenos Aires (Argentina).

En la tienda de Francisco Páez, por ejemplo, han ‘desfilado’ obras de arte del período Colonial de artistas como Arce y Ceballos (1638- 1711) o Baltasar Vargas (1629- 1667). También han pasado por ese lugar un sinnúmero de objetos de decoración como mesas, sofás y elegantes lámparas del Virreinato. Aunque Páez se enorgullece especialmente por dos ánforas fabricadas en uno de los lugares favoritos del rey Luis XV en Francia.  

Fonógrafos, cámaras fotográficas, cajas musicales, discos de acetato y juguetes, son solo algunos de los artículos históricos que complementan el portafolio de los anticuarios bogotanos.

Varias de estas piezas serán exhibidas del 19 al 22 de mayo en el marco de la Feria de Antigüedades de Bogotá, que reúne a doce de las más importantes tiendas de la ciudad.  En el evento, que se celebrará en el Claustro de Santa Bárbara, será una oportunidad para que muchas personas avalúen sus antigüedades y adquieran una entre más de 1.000 artículos, según lo manifestaron los organizadores.

El mercado de lo usado

Un estudio realizado por el Centro Nacional de Consultoría y el portal de clasificados OLX revela que los hogares colombianos tienen en promedio $17 millones en elementos usados con posibilidad de venta (un séptimo del PIB nacional).

Sin embargo, varios de estos artículos no logran ser comercializados porque un gran segmento de la población opina que “el término ‘usado’ hace referencia a productos en mal estado”, describe el informe.

Y añade que esta situación contrasta con la de varios países europeos, en donde  7 de cada 10 personas compran elementos usados por lo menos una vez al año.

Uno de los datos más interesantes que arroja el estudio es que el 15% de los colombianos no vende los artículos usados porque siente algún tipo de apego y 1 de cada 10 simplemente cree que estos ya no tienen ningún valor.

De hecho, en el país anualmente cada persona desecha más $300.000 en objetos de segunda mano que podrían venderse y regala cerca de $4‘800.000 en el mismo período.