Juan Antonio Urbano, gerente de Distrito Chocolate y su hijo Nicolás, miembro del equipo administrativo. | Foto: Dinero

EMPRENDIMIENTO

Distrito Chocolate: los campesinos que cambiaron la coca por cacao

Un grupo de campesinos de Boyacá le cambió la cara a su municipio al crear su propia empresa. Se están preparando para exportar y para abrir un centro de experiencia en Bogotá, donde ya tienen una pequeña tienda en La Candelaria.

21 de noviembre de 2018

En el municipio de Pauna (Boyacá) vivieron en el pasado una serie de conflictos que pensaban, jamás tendrían fin. Primero fueron las esmeraldas y luego la coca.

Buscando formas de subsistir por más de una década la región se llenó de muchos problemas inmersa en cultivos ilícitos y el narcotráfico terminó desbaratando el pueblo.

En 2005, un grupo de campesinos, cansado de la situación, empezó a buscar qué podían hacer y encontraron en el cacao una oportunidad. Crearon organizaciones de productores con el interés de entender cómo funcionaba el cultivo y el mercado del cacao.

Sin embargo, mientras avanzaban en ese proceso todavía poseían cultivos ilícitos hasta que en el 2007, llegaron a un acuerdo con el Gobierno, para hacer erradicación voluntaria y sustitución de cultivos.

Luego de discusiones entre el campesinado, decidieron crear el emprendimiento colectivo Distrito Chocolate y se integraron a la Red Nacional Cacaotera.

“Fue un proceso muy bonito que nos ayudó a entender cómo hacer empresa, pero no teníamos idea para dónde íbamos”, recuerda Juan Antonio Urbano, socio fundador y gerente general de Distrito Chocolate.  

El cacao dividió en dos partes la historia de la región, que en 2010 fue declarada como la primera zona libre de cultivos ilícitos de Colombia y que en 2013 recibió el premio Emprender Paz.

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“En todo este proceso logramos construir cambio social en nuestra región. Nuestras familias no quieren saber de cultivos ilícitos. El Estado por fin está haciendo la presencia que nunca había hecho en la región y las instituciones estatales nos han ayudado en ese proceso”.

El arranque fue a toda velocidad, instalando una pequeña tienda en La Candelaria en Bogotá, a la vez que “cometían el error” de abrir puntos en grandes centros comerciales. Tras una seguidilla de errores, buscaron asesoría y apoyo en entidades como Innpulsa.

En medio de las dificultades les llegó una oportunidad que no quisieron desaprovechar, presentar su negocio en el programa Shark Tank Colombia: Negociando con Tiburones de Canal Sony.

                Foto: Canal Sony. 

Ahí lograron conquistar a los cinco jurados que invirtieron, cada uno, $30 millones por el 6% de la compañía. En conjunto, se quedaron con el 30%.

Nicolás Urbano, hijo de Juan Antonio, que acaba de terminar la universidad y entró a apoyar el negocio, explica que con este acompañamiento están haciendo cosas que pensaban que les demorarían hasta 10 años, como entregar pedidos a grandes compañías y prepararse para exportar.

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Pronto abrirán una nueva tienda en el norte de Bogotá que será un centro de experiencia y abrirán puntos pequeños en centros comerciales. Están lanzando productos propios y están acompañando proyectos de chocolatería en otras regiones. Todo esto está superando su capacidad y por eso están creando una planta de producción de cacao en la región. Barras de chocolate, confites, bombones de autor y trufas, son algunos de sus productos.

“Tenemos que generar oportunidades, un campesino que tiene tierras y produce comida no puede vivir en pobreza”, explica Juan Antonio.

Su hijo Nicolás está a cargo del área administrativa de Distrito Chocolate y dice con certeza que ellos han decidido pagar el kilogramo de cacao a un valor superior al de mercado, tras cumplir con parámetros de calidad “no de manera asistencial”.

"Soy hijo del resultado de ese proceso social que se desarrolló en mi región, también soy de la región. Conocí la coca y las esmeraldas, soy de un grupo de jóvenes que logró cambiar ese chip. Hoy en la región hay muchas personas que piensan que el camino es la educación, el campo, se ha cambiado esa mentalidad”, concluye Nicolás.

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