El desafío sindical

Por: Álvaro Delgado, Cinep

19 de diciembre de 2008

En marzo del año pasado, un informe de la Escuela Nacional Sindical, avalado por la CUT y la CTC, alarmó a la opinión pública: la tasa de sindicalización colombiana para 2005 llegaba apenas al 4,6% de la fuerza de trabajo, la más baja desde 1947. Carlos Rodríguez, presidente de la CUT, añadió que en el país había 17,5 millones de trabajadores y solo alrededor de 5 millones tenían contrato laboral, de los cuales apenas 1,5 millones gozaban de contrato a término indefinido.

 

Los 831.000 afiliados totales, en vez de componer unas pocas decenas de grandes organizaciones de rama económica, estaban diseminados en unos 3.000 sindicatos, en su gran mayoría pequeños y débiles. Tales eran los efectos de la informalidad laboral, la deslaborización del trabajo, el empleo temporal y la violencia. La deslaborización está extinguiendo la razón de ser del sindicato –el contrato colectivo– y ahora no tiene mayor cosa que ofrecer a las bases, sobre todo a las nuevas generaciones. A partir de la reforma de 2002, hasta la jornada de trabajo fue eliminada de un plumazo, y los resultados están a la vista. Hasta 1998 –dice un estudio de la ENS– se estaba negociando en Colombia un promedio anual de 795 convenios colectivos de trabajo que beneficiaban a 202.948 trabajadores. A partir de 2000 los promedios cayeron respectivamente a 517 y 130.786, una disminución de 35% en ambos renglones.

A eso hay que añadir el exterminio de sindicatos y sindicalistas por parte de los diversos actores armados (paramilitares, guerrillas, Fuerzas Armadas), que entre 1991 y 2006 provocaron 8.105 casos de violaciones: 2.245 homicidios (140 por año, en promedio), 3.400 amenazas de muerte, 1.292 desplazamientos forzosos, 399 detenciones arbitrarias, 206 hostigamientos, 192 atentados, 159 secuestros, 138 desapariciones, 37 acciones de tortura y 34 allanamientos ilegales de oficinas y viviendas. El caso colombiano es excepcional en el mundo y su recuperación solo es viable a largo plazo.

Sea como fuere, las mejoras logradas por los trabajadores han tenido detrás a los sindicatos y no parece que en el futuro cercano ellos vayan a desaparecer. El problema está en que obren en la dirección que exigen los cambios del universo laboral contemporáneo.

 

Para Alain Touraine, el descenso mundial del sindicalismo tiene “una causa general: la mundialización de la economía ha hecho estallar las economías nacionales y, en consecuencia, el terreno donde se ejercía la acción sindical (...) la recuperación del sindicalismo solo será real si tiene el valor de no seguir identificándose con las categorías profesionales mejor protegidas y pagadas y si se plantea como prioridad, tanto en el plano nacional como en el internacional, la reintegración de los excluidos y de los que se ven más amenazados por el desempleo y la disminución del nivel de vida”.