La calidad del cuidado de los niños, especialmente los menores de 5 años puede ser la diferencia entre futuros profesionales exitosos y personas de bajo nivel educativo engrosando las cifras de pobreza.

Desarrollo Social

¿Cómo ayudar a las madres a crecer mejor profesionalmente?

Asegurar el cuidado de sus hijos es una de las mayores dificultades para las madres de América Latina y el Caribe, quienes deben sacrificar muchas veces su futuro profesional.

11 de octubre de 2015

La dificultad está en que la mayoría de las soluciones para solventar el problema del cuidado de los hijos tienen sus propias trabas. Por ejemplo, si la mujer tiene una pareja a quien acudir para cuidar los niños, puede ser necesario que los dos trabajen para sostener el hogar.

Si se es madre soltera el asunto se complica, especialmente cuando se tienen niños muy pequeños o la época de estudios de los hijos termina.

Finalmente, teniendo en cuenta los ingresos promedio de las madres solteras en América Latina (60% vive en condiciones próximas a la pobreza, según el Banco Interamericano de Desarrollo) las guarderías privadas pueden resultar demasiado costosas y las públicas pueden no satisfacer todas las necesidades de los menores o resultar riesgosas.

A esto se le suma un mayor número de mujeres que optan por dejar a sus hijos al cuidado de guarderías clandestinas o algún conocido, con resultados muchas veces contraproducentes tanto en materia de seguridad como en su desarrollo infantil.

Como explica un artículo del BID titulado “Child Care Arrangements and Labor Supply”, el número de mujeres que ingresa al mercado laboral aumenta aceleradamente (22,8 millones en la última década) y necesitan de una infraestructura de desarrollo infantil fuerte para acarrear satisfactoriamente estos costos.

En la actualidad, el desarrollo infantil es una prioridad. La calidad del cuidado de los niños, especialmente los menores de 5 años puede ser la diferencia entre futuros profesionales exitosos y personas de bajo nivel educativo engrosando las cifras de pobreza.

Y aunque pareciera que se debe escoger entre el futuro profesional de las madres y el desarrollo cognitivo de los niños, hay diversas soluciones efectivas que permiten a las mujeres con hijos tener la certeza de que su descendencia está en buenas manos y su futuro laboral no se verá comprometido.

El conflicto de los horarios laborales

Como explican investigadores del Centro de Desarrollo del BID, la realidad laboral en América Latina obliga a muchas mujeres a trabajar en empresas con horarios fijos (a veces muy estrictos) y muchas veces lejos de sus casas.

Es aquí donde los Centros de Desarrollo Infantil (CDI) juegan un papel fundamental. Es necesario que este tipo de establecimientos estén disponibles cerca del hogar o del trabajo, especialmente en los sectores de bajos ingresos.

Pero para que estos centros sean efectivos, deben estar ubicados estratégicamente y funcionar de acuerdo a los horarios laborales de las madres. La diferencia de los CDI con las guarderías es que van más allá de un servicio de cuidado y difieren entre países.

Soluciones de bajo costo


En el informe del BID, el costo es un factor clave y puede ser considerado una especie de “impuesto sobre el salario de la mujer”, en otras palabras, "mientras más cara es una guardería, menor valor tiene el tiempo de las madres en el mercado laboral".

Por ello los gobiernos deben actuar, especialmente en Latinoamérica donde la mayor oferta de guarderías es privada, siguiendo modelos como el de los países nórdicos donde los estados brindan cuidado infantil público de calidad y universal o imitar las políticas inglesas como brindar 30 horas semanales gratuitas de guardería para niños menores de 5 años.

El papel de los padres

Los padres también tienen cartas en este asunto. Es conocido que en la región uno de los problemas de disparidad de género es que existe una fuerte identificación de los hombres con el trabajo remunerado y de las mujeres con el trabajo hogareño.

No sorprende entonces el menor compromiso de los hombres con el cuidado de los niños. El problema para lograr una mayor inclusión paternal es que la legislación laboral no ve al hombre como el responsable del cuidado infantil.

Por eso, la licencia de maternidad promedio de los países latinos es de doce a trece semanas mientras que la licencia de paternidad no suele superar los cinco días.

Además, los hombres no tienen derecho al fuero paternal y en la mayoría de los casos tienen restringidos el acceso a los servicios de cuidado en el lugar de trabajo, ya que está diseñado para las mujeres.

Superar estas barreras legales y culturales fomentaría el acceso de los padres al desarrollo infantil y beneficiaría enormemente el desarrollo femenino, concluye el informe.