Inversión infantil

No invertir en la niñez le podría costar más de US$100.000 millones a Latinoamérica

Existen grandes dificultades en materia de desarrollo infantil en la región latinoamericana. Según las Naciones Unidas y el Banco Mundial, el costo de invertir en los niños es mucho menor que el costo de no hacerlo.

20 de mayo de 2016

El grupo de estudios conformado por expertos y economistas internacionales (Consenso de Copenhague), calculó que por cada dólar invertido en nutrición durante los primeros 1.000 días de vida de una persona, se obtienen US$30 en beneficios relacionados con la educación y la salud.

Es importante destacar que en la actualidad se presentan dificultades en el desarrollo infantil en la región latinoamericana. Según directivos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), alrededor de un 30% de los niños de la región vive en hogares de alta precariedad.

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Según una publicación del Banco Mundial, invertir en la nutrición de los niños es una de las mejores inversiones que se pueden realizar. Si esta se realiza especialmente durante los primeros 1.000 días de vida los gastos en que se incurren son mucho menores que los costos de no hacerlo, ¿por qué?

La agencia de las Naciones Unidas (Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés), estima que combatir la desnutrición en niños menores de cinco años en la región latinoamericana podría costar alrededor de US$2.000 millones.

En contraste, el costo de no hacerlo se ubica entre los US$100.000 millones y US$200.000 por razones como:

  • Pérdidas por mortalidad infantil.
  • Pérdidas por enfermedades crónicas.
  • Pérdidas por productividad y retardo en el crecimiento.

Según el Banco Mundial, más de 7 millones de niños menores de los cinco años sufren desnutrición crónica en América Latina. “Si a la desnutrición crónica se le suman otros factores como la falta de atención en salud y educación, la falta de tiempo para jugar, el maltrato y el abandono, los daños al desarrollo de una persona serán irreversibles”.

Esto es un aspecto de gran trascendencia, ya que según expertos si un niño no desarrolló adecuadamente sus capacidades cognitivas, sociales y emocionales en los primeros años, no lo logrará en la adultez. “Este problema convierte a la desnutrición crónica en uno de las principales trabas al desarrollo de América Latina y el Caribe”, aclara en Banco Mundial.

Todos estos aspectos, traen repercusiones sociales y económicas que se hacen evidentes y colaboran con la transmisión de la pobreza y la desigualdad en las familias de escasos recursos.

Este tipo de problemas sociales es especialmente perjudicial y evidente en países en vía de desarrollo, dado que un bajo desempeño durante la edad escolar resulta en “un joven impulsivo, más proclive a abandonar la escuela, que puede convertirse en un adulto desorganizado, sin iniciativa, impuntual, conflictivo y que no es capaz de mantener un trabajo fijo, limitando así su productividad laboral”.

De esta forma, las naciones están propensas a afrontar dificultades en materia de empleo, tecnología, productividad, violencia, alfabetización y convivencia.

Según el boletín sobre la inversión en la primera infancia en América Latina, elaborado por Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), las políticas sociales vinculadas con la primera infancia en la región representan de manera acumulada entre 0,5 y 1,6 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (PIB) de cada país.

La inversión per cápita de Colombia a la primera infancia es reducida en comparación con otros países latinoamericanos. Según la Unicef, Argentina es el país con mayor inversión per cápita en primera infancia (US$2.295,2 por niño al año), en el caso de Colombia, la inversión per cápita registró un promedio de US$376,3 al año.