Tan solo en Estados Unidos, entre 2004 y 2012 el porcentaje de deuda universitaria que poseían los menores de 25 años paso de 25% a casi el 45%.

Economía

¿Cómo las deudas estudiantiles limitan el desarrollo profesional?

No solo limitan el acceso a la educación postgrado, también pueden estancar el ingreso de los recién egresados por largos periodos de tiempo y poner en riesgo su estabilidad laboral.

10 de octubre de 2015

A primera vista resulta difícil creer que solo en Estados Unidos, los préstamos para estudiantes son la segunda fuente de deuda con un monto superior a los US$1,1 trillones (cercano al PIB canadiense) compartida entre 42 millones de personas.

Y no muestra signos de querer desacelerarse.

Los datos del Departamento de Educación de los Estados Unidos confirman este impactante resultado. Los últimos datos publicados en un informe titulado “Household Debt and Credit: Student Debt” evidencian un aumento de hasta 4 veces el tamaño de la deuda estudiantil en los últimos 15 años.

Tan solo en Estados Unidos, entre 2004 y 2012 el porcentaje de deuda universitaria que poseían los menores de 25 años pasó de 25% a casi el 45%.

Aunque este comportamiento es el resultado de las mayores exigencias laborales que demandan las empresas para centrar su atención en los nuevos egresados, para Adam Looney del Departamento de Hacienda de los Estados Unidos y autor del informe nombrado anteriormente, el cambio en el tipo de deudores es un factor determinante.

El tema puede simplificarse de la siguiente manera y no es solo una tendencia norteamericana. Tan pronto los estudiantes perciben que las condiciones económicas son complejas y que el mercado laboral no les sonríen tienen dos opciones, que en términos estadounidenses, equivaldrían a ingresar a una universidad comunitaria de 2 años o a una estándar estilo “college” de 4 años.

La primera permite hacer estudios técnicos y pre-universitarios rápidos que les ofrecen un conocimiento básico para tener un empleo de ingresos limitados. La segunda opción es el conocido ejercicio de una carrera para aspirar a un futuro profesional a largo plazo.

Como explica Looney, los nuevos prestatarios en su mayoría pertenecen al primer grupo el cual en su afán de encontrar estabilidad económica ve el endeudamiento como una opción rápida para acceder a la “educación necesaria para recibir un ingreso”.

Una dura primera carga para soportar

Para los jóvenes que optan por la educación técnica básica, la forma más fácil de incrementar su ingreso es “saltar” entre empleos e ir encontrando mejores puestos de trabajo. El problema recae cuando su nivel educativo o de productividad es menor al exigido y se estancan en un empleo de bajos ingresos lo que comienza a pesar en el pago de su deuda estudiantil.

“El peligro de los recién graduados es que llevan una gran carga de deuda y les obliga a permanecer empleados, ya sea en varios trabajos o incluso en aquellos que no pagan bien y limitan seriamente la búsqueda de mejores oportunidades” afirma Looney.

El impacto de las recesiones

Por si fuera poco, la coyuntura económica puede desestabilizar aún más las aspiraciones futuras de los egresados. Joseph Altonji de la Universidad de Yale resalta que “todas las recesiones tienen un efecto perjudicial a largo plazo en los recién graduados”.

Cuando las condiciones económicas no son buenas y la economía se contrae significa en promedio una caída del 10% en las ganancias de los nuevos empleados en su primer año. No es de sorprender entonces, que las economías más vulnerables a las condiciones de mercado externas sean las que presenten menor incidencia laboral de los jóvenes.

Por otro lado, las consecuencias de llevar una deuda insostenible durante la época de estudios pueden durar en el largo plazo.

El economista David Cooper del Banco de la Reserva Federal de Boston encontró que aquellos graduados entre 30 y 40 años sin deuda tenían entre 30% y 40% mayores probabilidades de tener casa que aquellos que sí incurrieron en responsabilidades financieras.

En duda la eficacia de la inversión


The Economist ya había realizado en 2012 un estudio en el cual cada vez más y más personas cuestionaban la percepción de que la universidad es una buena inversión gracias a cuotas crecientes y el aumento de la deuda estudiantil junto a los menores rendimientos financieros educativos.

También, en el último resultado del índice Gallup-Purdue que pregunta a más de 30.000 egresados sobre su experiencia en los costos educativos se encontró que 1 de cada 4 egresados aproximadamente calificaba la inversión como “no había relación entre la calidad y el precio” basados en un ambiente laboral cada vez menos amigable para los nuevos trabajadores.

Aún más sorprendente es que, casi la mitad de los recién graduados (48%) dijeron que habían retrasado la formación de postgrado debido a su deuda de préstamos estudiantiles. Los resultados son evidentes y el llamado a la eficiencia en los préstamos queda expuesto urgentemente.