¿La revolución tecnológica amplía o reduce la brecha de género?

En la Cuarta Revolución industrial también hay una importante brecha de género en los profesionales de las áreas relacionadas con inteligencia artificial. En este sector, solo un 23% son mujeres, en comparación con el 77% de hombres, lo que da como resultado una brecha de género aún por cerrar del 70%.

Conscientes del papel transformador que tiene la mujer y de los retos a los que se enfrenta, apostar por el talento femenino no se trata únicamente de una cuestión moral, sino de una oportunidad para impulsar el beneficio de la sociedad en su totalidad.

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En este sentido, corregir las carencias que están frenando el desarrollo de vocaciones tecnológicas en las mujeres es algo que debe hacerse desde la infancia. Y es que los sesgos en la elección de vocaciones empiezan entre los 8 y 9 años. “Las mujeres tenemos una oportunidad de mejora impresionante en el sector. Nuestra participación en la educación superior es mayor, pero en ingenierías y telecomunicaciones la brecha es gigante. También, en los emprendimientos hay más hombres que mujeres”, explica Sylvia Constain, ministra de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.

En Colombia, particularmente, todavía existen muchos estereotipos de género. Se cree que ciertas carreras no son para mujeres. Por ejemplo, en España, las mujeres escogen cada vez menos estudios relacionados con las tecnologías de la información y la comunicación. Y las consecuencias ya se sienten: su participación en el sector no crece al ritmo necesario. En 2015, este colectivo constituía un insuficiente 16,1% de la población española con estudios tecnológicos superiores. En 2017 esta cifra se había reducido al 14,6%.

Por esto, el sector de la tecnología necesita atraer talento y no se puede permitir no contar con el 50% de la población mundial. “Desde el gobierno, hay que proporcionar incentivos económicos para que las mujeres accedan a estas carreras. Y también pensar carreras más flexibles para las mujeres con familia e hijos”, dice Claudia Martínez, gerente de Ventas Relacional de Lenovo Colombia.

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Es clave, entonces, luchar contra los estereotipos de género: visibilizar referentes femeninos, cambiar el modelo educativo, promover la corresponsabilidad de los cuidados y las tareas domésticas, promover prácticas inclusivas en el sector y luchar contra el “techo de cristal”. Según Martínez, todo parte del hogar y la educación. “En los colegios tenemos estudiantes del siglo XXI, docentes del siglo XX y aulas de clase del siglo XIX. Hay que transformar las escuelas donde nuestras niñas pasan un gran porcentaje de su vida y donde se forman. La clave es planear modelos de educación constructivistas”.

Según Carolina Angarita, gerente general Discovery Networks Colombia, en el país hay que impulsar las políticas públicas. Para ella, las empresas son unos vehículos de cambio social cuando tienen la consciencia de que lo son. Y desde las organizaciones se pueden hacer muchas acciones para transformar la cultura. “En Discovery lanzaremos una convocatoria nacional para incentivar la producción de nuevos tipos de contenidos pensados para plataformas digitales. Esa es una puerta que estamos abriendo. Hay que empoderar a las mujeres en todo nivel desde que son niñas. Y que estudien lo que las haga feliz”.

El acceso a internet y a la tecnología móvil permiten que la educación, la comunicación, la banca y las distintas herramientas sean accesibles para todos. En los países desarrollados, el celular es la tecnología con mayor capacidad para empoderar a las mujeres y a sus comunidades. Según Ana Karina Quessep, presidente ejecutiva de BPrO, Asociación Colombiana de BPO, las mujeres tienen una sensibilidad para manejar código y testear software.

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“Es el momento de llamar a las mujeres para liderar la transformación digital. Tenemos un movimiento que se llama mujeres TIC desde el que trabajamos para incrementar el número de mujeres en ese sector”, explica Quessep.

Y tiene razón, ya que el 65% de las mujeres quieren estudiar carreras relacionadas con tecnología y no pueden acceder a estas. Como ya se ha mencionado, no es solo cuestión de altruismo: si las mujeres tuvieran los mismos ingresos que los hombres en su ciclo de vida, la riqueza crecería en promedio en más de US$20.000 per cápita en el mundo.