Juan José Echavarría, gerente del Banco de la República. | Foto: Dinero

INFLACIÓN

La realidad colombiana le cambió el discurso al gerente del Emisor

En los siete meses de Juan José Echavarría como gerente del Banco de la República, su discurso sobre la meta de inflación para este año y el rumbo de la política monetaria han cambiado.

28 de julio de 2017

Desde que fue anunciado como gerente general del Banco de la República, Juan José Echavarría fue enfático en señalar que la autoridad monetaria no podía darse el lujo de terminar el 2017 como el tercer año con la inflación fuera del rango meta de entre 2% a 4%, por lo que debería “darse la pela” con las tasas de interés.

Desde finales del año pasado el Gobierno le empezó a insistir al Emisor para que bajara sus tasas de interés aprovechando que la inflación había empezado a ceder desde agosto, mes en que incluso fue negativa, para estimular el consumo interno y sin embargo no fue sino hasta diciembre cuando José Darío Uribe se despidió de su cargo en el Banco de la República con una disminución de 25 puntos básicos en la tasa de intervención.

El gerente Echavarría recibió su cargo con las tasas de interés en 7,5% y la inflación que había terminado el año en 5,75%. Durante su primer mes, la variación mensual del índice de precios llegó a 1,02% en lo que seguía siendo una clara tendencia descendente pero la Junta Directiva en aquella ocasión decidió mantener estable la tasa.

Estable como se mantiene la frase de Echavarría de la importancia de evaluar en cada reunión los últimos datos macroeconómicos del país y del exterior, que también afectan a Colombia, para tomar una decisión, más que dejarse guiar por las peticiones del Gobierno sobre las tasas, que se silenciaron apenas en los dos últimos meses de este año.

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En febrero, y en el resto de lo que ha corrido el año, el Banco de la República ha reducido su tasa de interés que ya llega a 5,5% y los riesgos que advierte en cada reunión han cambiado, como el discurso del gerente.

Conforme pasó el tiempo y se fue consolidando la caída de la inflación, se fue consolidando también la desaceleración de la economía y los discursos y proyecciones empezaron a cambiar.

El equipo técnico advirtió primero que había riesgos a la baja que llevarían al país a crecer menos de 2% este año, como era su pronóstico inicial, y pronto cambiaron esa proyección al 1,8% como resultado más posible con un rango entre 0,8% y 2,3%.

Y con las advertencias y cambios de previsiones siguieron las caídas de la tasa de interés y el nuevo discurso del gerente: un resultado cercano a 4% en la inflación de este año, es suficiente.

Echavarría dejó de repetir constantemente que la inflación entraría en el rango este año, para asegurar que estaría rondando el 4% y que casi daría lo mismo si era 3,9% que si era 4,1%, con tal de que siguiera bajando a la vez que la disminución de tasas de interés le daban un nuevo respiro a la economía al impulsar el consumo interno.

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Y siguió corriendo el año y con él la desaceleración de la economía y de la inflación, así como las tasas de interés. Con las alertas encendidas sobre el crecimiento del país, que de todos modos no es el mandato principal del Banco de la República, la Junta Directiva del Emisor cambió nuevamente el discurso y ahora espera que la inflación logre su meta en el 2018.

Por un efecto estadístico, la inflación en el segundo semestre de este año será más alta que la del año pasado y así la llevará por encima del rango meta nuevamente, aunque se espera que sea inferior incluso al 4,5%.

Dicho pronóstico y las señales de un tercer trimestre que tampoco habría empezado como se esperaba, unido a otras variables macroeconómicas hacen que si bien la tasa de interés siga bajando, el Emisor anuncie que se les cierra el espacio para seguir bajando la tasa y mantengan su posición de esperar que el tercer año sin inflación en el rango meta se cumpla.

El gerente Echavarría habla ahora mucho más del “objetivo a largo plazo” de la inflación, que es 3% y que evidentemente no siempre se podrá cumplir pues hay efectos no previstos como el fenómeno de El Niño que vivimos entre 2015 y 2016, los paros camioneros y la devaluación.

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