Steven Barnnett, National Institute for Early Education Research.

Educación preescolar, la plata mejor gastada

El cuidado de los niños en edad preescolar ha demostrado tener el mayor retorno social. Más que en cualquier otra edad ¿Cómo orientar bien el dinero de programas de ese tipo? El codirector del centro de investigación en educación temprana (Nieer), Steven Barnett, ofrece una guía perfecta.

21 de octubre de 2010

Si se fuera a usar el dinero de los impuestos en un programa social que tuviera un impacto enorme, se debería pensar en emplearlo en el cuidado de los niños antes del nacimiento y en edad preescolar.

Los estudios en numerosos lugares lo demuestran y así lo señala también el codirector del National Institute for Early Education Research (NIEER), Steven Barnett. El especialista, que también es asesor del presidente estadounidense Barack Obama estuvo en Colombia contando sus experiencias en esta materia, y sus comentarios son una guía muy precisa sobre la forma en la que se debería orientar la política pública en este asunto.

“El retorno es grande”, dice Steven Barnett. “Es equivalente a una rentabilidad anual de 10% a 17%”. Pero el problema es que tiene una dispersión muy alta. “Es como el consumo de gasolina de los carros. Depende de cómo se maneje”.

Esto lo que quiere decir es que depende de elementos como quién es el receptor del programa, de su calidad y del contexto social en el que se desarrolla. “El retorno será mayor cuando el niño se encuentre en una situación de mayor desventaja socioeconómica. Lo mismo cuando los programas sean de mayor calidad”.

Adicionalmente, el contexto comunitario es crucial. Así, por ejemplo, la atención preescolar ha demostrado ser muy buena para reducir el crimen y la violencia. Por eso, el retorno será sustancialmente mayor en las comunidades con tasas más elevadas de crimen y violencia. Las cuentas de Steven Barnett muestran que en una comunidad sin crimen, el retorno podría ser de 3%, pero donde existen esos fenómenos subiría a 16%.

Con esa consideración, parece claro que los programas de atención preescolar deberían empezar en las comunidades con las mayores necesidades y con índices más altos de violencia, para aumentar la rentabilidad social de la inversión.

Pero el experto ofrece más consejos sobre la manera de hacer que estos proyectos funcionen bien. “Para mí, hay que tener un procedimiento de ir trabajando hacia abajo”.

En lugares donde todos los niños tienen educación primaria, se justifica moverse hacia los de 3 y 4 años. Si se hace al contrario, empezando por más pequeños, el problema es evidente. Cuando ellos crezcan no recibirán más ayuda y pierden los beneficios del cuidado inicial. “Lo que haya para los niños mayores no tiene que ser maravilloso, pero preferiblemente hay que tener algo”, explica.

En líneas gruesas, con esas orientaciones se puede conformar un buen plan en el lugar adecuado. La excepción a esta norma estaría en los programas prenatales. Esos se deben hacer siempre, sin importar el entorno comunitario. La razón es clara: “el desarrollo prenatal impacta permanentemente el cerebro del niño y la calidad de las ‘conexiones’ cerebrales mejora en el embarazo”, afirma.

¿Y cómo se mide el desempeño de un programa de educación preescolar? Steven Barnett menciona tres medidas, en su concepto las más importantes. La primera, dice, es el aumento en el empleo y en los ingresos de la madre. La segunda es el incremento en la habilidad cognoscitiva de los niños y la tercera es la modificación del comportamiento de los niños. “Que sean más inteligentes no es suficiente. Tienen que ser más responsables en términos sociales y más reflexivos. Que puedan pensar antes de actuar”, sostiene.

En resumen, lo que es muy claro es que las acciones que permiten educar a los niños en edad preescolar son muy poderosas. De un lado generan todos los beneficios de largo plazo sobre los niños y sus ingresos futuros, pero además tiene el beneficio inmediato de permitirles a los papás trabajar más horas y mejorar los ingresos para la familia.