Localización de Andagoya y Bebedó en el Chocó.

Dinero.com busca el municipio más pobre del país

La Ciudad de Hierro del Chocó, Andagoya, y los corregimientos de Bebedó y San Miguel son tierra de droga. Los tres componen un municipio con una tasa de homicidio 25 veces mayor que la de Medellín. La capital del platino de 1920, tiene en riesgo a muchos de sus habitantes y es tierra vedada para los encuestadores.

5 de octubre de 2010

En Colombia la pobreza o el atraso a veces no dependen del ingreso, ni de la dotación de servicios de una localidad. ¿Cómo puede ser eso posible?

Dinero.com se había impuesto la tarea de encontrar el municipio más pobre del país. Esto con la intención de mostrarles a los lectores las características de esa población y la brecha que lo separaba de los municipios ricos.

A la mejor manera de la filosofía de justicia Rawlsiana, ese ejercicio pretendía llamar la atención sobre este lugar y concentrar recursos allí para no dejarlo atrás en el proceso de desarrollo.

Nos pareció que una forma práctica de abordar el problema era usar los datos que tiene Acción Social sobre 1.082 municipios de Colombia. La entidad mide con 45 criterios, el atraso y el nivel de pobreza de esas localidades. Así, juzgando por esas fichas, el municipio más pobre era Medio San Juan, en el Chocó.

Un pasado próspero
Medio San Juan es un municipio joven. Fue elevado a esa categoría en el año 2000. Su cabecera municipal, Andagoya, está ubicada donde desemboca el Río Condoto en el San Juan, a 75 kilómetros al suroeste de Quibdó y tiene una población de 4.000 habitantes. Los otros 4.000 habitantes del municipio viven en los corregimientos de Bebedó, San Miguel y en zonas rurales.

Andagoya fue la sede de la minera Chocó-Pacific, la mayor productora de platino del país durante la bonanza internacional de precios de 1916 a 1930 y operó allí hasta 1974 cuando fue comprada por Mineros s.a. Por eso el pueblo tuvo desde inicios del siglo XX, hospital, escuela y empleo.

En 1934 un viajero por la zona decía que en las instalaciones de la compañía británica- estadounidense había un gran taller de reparaciones donde hacían toda la maquinaria que necesitaban, canchas de tenis, fútbol, baloncesto, radio, teléfonos y plantas de hielo. Incluso en el pueblo había un andamiaje de rieles y pequeños vagones con los que se movía el mineral. Por eso Andagoya terminó conociéndose con el nombre de Ciudad de hierro.

Con esa historia, sorprendía que un lugar relativamente próspero hubiera caído en un receso tan profundo que lo hubiera puesto a encabezar la lista del atraso nacional. La tabulación de los cuestionarios de Acción Social en Bogotá mostraba que en general las viviendas de este municipio no estaban hechas con los materiales y con los requerimientos necesarios para ser consideradas seguras; que no contaban con iluminación, ventilación natural ni privacidad; que los habitantes de Medio San Juan tampoco tenían escrituras de sus viviendas ni de las tierras que trabajaban.

Mostraban que solo el 8% de la población contaba con sistemas de comunicación; que no tenían ningún programa para diagnosticar el cáncer de cuello uterino, seno y próstata; que el manejo de basuras era muy deficiente; que los niños no eran vacunados y que las familias no contaban con alimentos en cantidades suficientes para mantener una dieta sana.

¿Qué le pasó a la Ciudad de hierro?
Una primera hipótesis sobre la forma en la que Medio San Juan se había venido estrepitosamente a menos era que el municipio había languidecido como lo hacen los pueblos donde desaparece la minería. Y en parte eso había ocurrido: desde que se fue la Chocó-Pacific han pasado cosas. “Teníamos hospital, ahora es solo un centro de salud”, dice Luisa Vega, una mujer que nació en Andagoya y que hoy vive en Quibdo.

Pero aún así parecía difícil pensar que la suerte de la región hubiera sido tan adversa. Y es que el municipio no queda aislado en una especie de terra incógnita, donde el siglo no ha podido entrar. Andagoya está rodeada de selva tupida, pero acceder allí no es tan difícil. Desde el aeropuerto Mandinga de Condoto se llega a Andagoya en 15 minutos por carretera. Desde Quibdo por tierra o por agua se llega en dos horas.

Apareció entonces otra hipótesis para explicar el fenómeno. Hace dos años una avalancha arrasó aproximadamente 80 casas, el puesto de policía y algunos salones de la escuela en el corregimiento de Bebedó, que aloja en la orilla del río San Juan a 1.500 habitantes. La adecuación del terreno para reconstruir las casas valía cuando menos $3.000 millones y a pesar de los compromisos, la gobernación y la alcaldía no reunieron ese dinero y la adecuación nunca se hizo. Entonces pensamos que quizás las respuestas a la encuesta que dieron los bebedeños afectados por la avalancha hubiera bajado la calificación total del municipio.

Pero Luis Ángel Moreno, encargado de Acción Social en la zona se encargó de desbaratar la teoría. La comunidad con su propio dinero había rehabilitado esas casas hace tiempo. El problema actual es que las reconstruyeron en el mismo sitio de antes y que naturalmente están en el mismo riesgo de antes de desaparecer en el siguiente invierno fuerte. El asunto no es menor. Para darse una idea de lo que se juega, basta pensar que la avalancha que movió la atención del país y la acción del presidente Santos en Giraldo, Antioquia, en septiembre, obligará a reubicar apenas a 12 familias.

La verdad dura y pura
Entonces, ¿qué es lo que ocurre? La verdad es que Andagoya, Bebedó y San Miguel no languidecen. Ahora se mueven al ritmo de la economía del narcotráfico.

El municipio es un lugar de cultivos donde se disputan el control a sangre y fuego guerrilla y Ejército.

En julio de 2009 las Farc atacaron un grupo de militares y erradicadores de cultivos ilícitos que se movían en barco por el San Juan. En esa emboscada, que fue la última reportada en el país contra grupos de erradicación, mató a cinco, dejó ocho heridos y tres desaparecidos.

“Los guerrilleros atacaron desde la orilla del río San Juan, con granadas y fusiles, los soldados no pudieron responder", dijo en su momento a El Tiempo, el alcalde de Medio San Juan, Pastor Mosquera.

El problema, el verdadero problema de atraso en Medio San Juan, está en que no se han podido encuestar los habitantes de la región por problemas de orden público.

La verdad es que, como ocurre en las zonas de cultivo y de procesamiento de droga, el municipio tiene unas condiciones de vida mejores que las de muchos de sus vecinos como Sipí y alto Baudó que pueden, esos sí, ser los más pobres de Chocó.

La verdad es que Andagoya tiene un buen colegio y el 75% de la población tiene acceso a las educación hasta los 18 años. Hay problemas con los servicios públicos, pero el servicio de salud en líneas generales funciona y además, en el 76% de los hogares al menos una persona mayor de 15 años tiene una ocupación remunerada o alguna fuente de ingresos fijos.

La verdad es que la pobreza extrema de Medio San Juan es un error estadístico. No es el municipio más pobre del país y por eso Dinero.com seguirá buscándolo. Pero esta pobreza estadística permitió develar una situación igualmente aterradora. Sin hacer cuentas finas, este municipio tiene una tasa de homicidios 25 veces mayor que la de Medellín, sigue teniendo en alto riesgo a muchos de sus habitantes y sigue siendo tierra vedada para los encuestadores y para la paz.

La verdad es que Andagoya, Bebedó y San Miguel no agonizan por los datos de pobreza, sino por la falta de ley y por violencia descarada que no se mide. No agonizan por las estadísticas, sino por el pasado y por la perspectiva de un futuro endeble: si se repite la historia, cuando se vaya la droga de Medio San Juan, como cuando se fue el platino, allí puede no quedar nada.