De los 180 millones de pobres en la región, 125 millones viven en ciudades.

Economía

¿Construir en el centro o la periferia?, el caso de América Latina

Para las familias residentes en la periferia, vivir lejos del centro significa mayores tiempos y costos de viaje a sus lugares de trabajo, aunque el costo de adquirir vivienda es mucho más económico.

30 de julio de 2015

Al gran número de familias de bajos ingresos de la región -que demandan acceso a servicios básicos- se suma una clase media emergente que tiene demandas adicionales, cómo una mayor seguridad, menor contaminación, mayor transparencia y mejor movilidad.

Además de obligar a los gobiernos a revisar sus políticas de vivienda, han traído consecuencias socioeconómicas como focalización de la pobreza o aumento de la desigualdad que hacen replantear la pregunta ¿Dónde deberían ubicarse las viviendas?

Hacia un mundo más urbanizado

El 54% de la población mundial en 2014 residía en áreas urbanas y se prevé que para 2050 llegará al 66%, según datos de la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (DESA) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

En 2014, Asia albergaba el 53% de la población urbana mundial, seguida de Europa (14%) y América Latina y el Caribe (13%).


John Wilmoth, director de la DESA afirma que “el crecimiento de la población urbana se seguirá alentado por dos factores: la persistente preferencia de la gente de mudarse de áreas rurales a otras urbanas y el crecimiento de la población durante los próximos 35 años. Estos dos factores combinados añadirán 2.500 millones de personas a la población urbana para 2050”.

Lo bueno y lo malo del crecimiento urbano

¿El crecimiento urbano es importante para América Latina y el Caribe? Bastante y las razones son varias, manifiesta el DESA. Algunas son: que en 2015 el 82% de sus habitantes vivía en ciudades, lo que equivale a 480 millones de personas de 600 millones.

Por otro lado, por su acelerada velocidad de la urbanización. En los últimos 50 años, Europa y América del Norte pasaron de una tasa de urbanización de 62% a 80%, mientras que América Latina y el Caribe, en el mismo período de tiempo, creció de 49% a 82%.


Fuente Banco Mundial, Cálculos Dinero

Los efectos de la urbanización son opuestos. Siendo positivos principalmente para la economía, la innovación y el intercambio de conocimiento. Muchas ciudades de la región son los centros más importantes en generación de bienes y servicios. Por ejemplo, los centros urbanos de Lima, Buenos Aires y Montevideo son responsables de más de la mitad del PIB de sus países.

Sin embargo, la rápida urbanización de América Latina también ha traído efectos negativos.

Un alto porcentaje de los habitantes de ciudades viven bajo la línea de pobreza. De los 180 millones de pobres en la región, 125 millones viven en ciudades, es decir, el 69%. Esto es explicado principalmente porque el crecimiento poblacional de las ciudades aventajó en gran medida al crecimiento económico.

Las áreas expandidas implican mayores costos para los gobiernos locales, ya que tienen que extender sus redes de servicios públicos, que en la mayoría de casos se hace de forma ineficiente.

La urbanización con pobreza genera otros problemas como: violencia, degradación de barrios, informalidad, crecimiento desordenado y baja densificación. Sin mencionar los temas ambientales y de cambio climático.
 
Los problemas de la vivienda

A comienzos de 2015, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) promovió un seminario sobre el costo “real” de la vivienda social. El seminario presentó los resultados de cuatros estudios de casos en Brasil, Colombia, Chile, y México.

Entre los resultados del seminario, se explica que usualmente las personas justifican la ubicación lejana de los centros de los desarrollos de vivienda social porque es más barato construir en la periferia que en las áreas urbanas centrales.

Al mismo tiempo, los costos de transporte son mayores para sus residentes.
Además de la debilitación de sus vínculos comunitarios y familiares que les dan apoyo socioeconómico. Inclusive, tienen un impacto ambiental importante, por consumir áreas verdes y de preservación ambiental, generando mayor cantidad de gases de efecto invernadero.

Sin embargo, en los resultados del seminario no hay evidencia de que la vivienda social central sea más costosa que las periféricas, si se consideran todos sus costos. Aunque el valor de la tierra sea mayor en las áreas centrales, el costo adicional de proveer infraestructura adecuada al desarrollo periférico compensa esta diferencia.