| Foto: Alejandro Acosta

ANÁLISIS

Colombia está orgullosa del sector cacaotero y de sus cacaocultores

Eduard Baquero López, Presidente Ejecutivo Fedecacao, responde al artículo publicado en Dinero escrito por la ecóloga Angélica María Varela, titulado “La producción actual de cacao en Colombia no es para enorgullecerse”.

21 de marzo de 2017

Queremos referirnos al texto de Angélica María Varela, titulado “La producción actual de cacao en Colombia no es para enorgullecerse”, el cual en Fedecacao, como gremio que representa legítimamente los intereses de los cacaocultores de Colombia, no compartimos por contener imprecisiones y opiniones personales de alguien que no conoce las dificultades históricas que han vivido los productores y el conflicto de más de 50 años del cual apenas comenzamos a salir.

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El título es subjetivo ya que desde el gobierno, los productores, la industria y en general las diversas instancias relacionadas con la cadena cacao-chocolate consideran un hito la cifra alcanzada en 2016 en materia de producción (56.785 toneladas). Vale recordar que entre 2011 y 2016 la producción de cacao en Colombia ha crecido casi 53%.

Esto se ha logrado con mucho esfuerzo y sacrificio ya que la mayor parte del cacao colombiano proviene de zonas en conflicto donde regiones como El Carmen de Chucurí (Santander), durante la época de violencia en Colombia, debían sacar las cosechas escoltadas por el Ejército pero también en otras como Arauca, Tolima o Norte de Santander, entre otras, se vivió el desplazamiento o la muerte violenta. Por eso las cifras de producción hacen sentir orgullo.

Además, desde el año 2011 el cacao viene en una senda importante de crecimiento con materiales que son fruto de la investigación de Fedecacao y de entidades como Corpoica que ofrecen clones altamente productivos y tolerantes a plagas y enfermedades con los cuales se está haciendo renovación y nuevas siembras pero cuyos resultados sólo se verán en los próximos años. No obstante, en regiones como Arauca ya empieza a observarse un aumento de la producción fruto del trabajo adelantado, obteniendo una de las productividades más altas del mundo y con cacao de calidad.

Otro aspecto en el que falla la autora es hablar de un aumento sostenido en la producción de cacao de Perú y Ecuador (este último que cuenta con más de 500 mil hectáreas sembradas), cuando las mismas cifras de la Organización Internacional del Cacao (ICCO), muestran un decrecimiento. Ecuador tuvo una reducción de 20 mil toneladas en el último año, mientras que en el caso de Perú bajaron 2 mil toneladas y en cambio Colombia aumentó 2 mil toneladas en el mismo periodo, lo cual muestra un desconocimiento de la realidad del mercado mundial.

Estos países se vieron afectados por el fenómeno del Niño, igual que Colombia que en años pasados cuando se presentaba este tipo de anomalías en el clima sufría una reducción en la producción de cacao, pero el año anterior, pese a las adversidades hubo aumento.

El cacao es un cultivo de tardío rendimiento que inicia su producción al segundo año y generalmente se estabiliza después del quinto año, cosa que al parecer desconoce Angélica María Varela.

Un tema adicional sobre el cual vale la pena revisar es el financiamiento ya que, la mayor cantidad de dinero destinado a cacao ha sido crédito de Finagro y no todo ha sido para renovación o nuevas siembras sino para otras actividades como infraestructura. Además, en el caso de las nuevas siembras o la renovación que se ha hecho con crédito, los resultados se verán en los próximos años.

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A su vez, la financiación del Ministerio de Agricultura ha sido además de renovación y nuevas siembras para campañas sanitarias o para infraestructura y los recursos de regalías han ido más orientados al tema de investigación.

Por lo tanto no es cierto que una hectárea nos esté costando $42,9 millones como temerariamente afirma la señora Varela, unos recursos son para investigación y otros para infraestructura y unos pocos para fomento y no se deben mezclar.

También la señora reconoce que algunas cosas las supone y las asume pero sin tener las pruebas para ello, mientras que en Colombia existe una figura que se denomina Consejo Nacional Cacaotero, donde está el sector público y privado y maneja cifras que sí son oficiales, sin suponer nada ya que son las cifras que maneja Fedecacao.

En el tema comercial merece destacarse, además de la absorción total de la producción nacional, el crecimiento de las exportaciones y la caída de las importaciones. Es así como entre 2013 y 2016 el país exportó más de 40 mil toneladas de cacao en grano, sin contar los subproductos y los productos terminados, mientras que entre los años 2000 y 2012 las exportaciones de cacao apenas superaron las 22 mil toneladas. Para los mismos periodos las importaciones de cacao en grano pasaron de 79.500 toneladas entre 2000 y 2012 a 19.500 entre 2013 y 2016.

Igualmente, cabe recordar que cacaos colombianos han ganado en 2010, 2011 y 2015 en el Salón del Chocolate de París, el máximo evento y más exigente del sector a nivel mundial y todo esto acompañado de la institucionalidad del cacao en Colombia, lo que demuestra el nivel de adopción de tecnología que hoy tienen los cacaocultores colombianos, siempre acompañados por la Federación Nacional de Cacaoteros – Fondo Nacional del Cacao.

De otro lado reconocemos el importante papel que ha jugado la cooperación internacional con organizaciones como Unodc y Usaid, entre otros, para que puedan aumentar la producción y tener cultivos más sanos, así como para sustituir cultivos ilícitos.

No se considera “miserable”, como lo dice la autora un aumento de 3%, cuando otros sectores como el cafetero tuvieron un crecimiento del 1,4%, no duplican su producción como dice la autora. Hoy día es fácil dar consejos o hacer recomendaciones desde un escritorio y desconociendo la realidad histórica del país, de un sector como el cacaotero que ha vivido casi todo el tiempo en medio de la guerra.

En estos momentos nos preguntamos, dónde estaban todos esos que hoy salen a hacer recomendaciones, cuando en la época de la violencia en Colombia los productores estaban necesitando quién los ayudara y el único era Fedecacao que siempre ha estado al lado del cacaocultor.

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Para una persona que no tenía un ingreso seguro y vivía en la ilegalidad y hoy vive del cacao no es “miserable” tener un cultivo como el cacao del cual depende el sustento de su familia y prueba de ellos son las más de 1.500 familias de Landázuri (Santander) que a finales del año pasado se reunieron para presentar sus casos de éxito y agradecer a quienes los apoyaron en la sustitución como fueron Fedecacao, Usaid y el Ministerio de Agricultura, o para doña Himelda Trujillo, de La Plata (Huila), por ejemplo quien tuvo que abandonar su finca en San Vicente del Caguán y ahora vive dignamente con el cacao.

Para las familias cacaocultoras y todos los que trabajamos en beneficio del sector es importante que cuando se hable de lo que está pasando se haga con el rigor de la investigación que exige el tratamiento de un tema como el cacao que ha sido declarado el cultivo del posconflicto y donde Colombia tiene cifradas sus esperanzas para una paz estable y duradera. Acorde a la reconciliación que hoy vive el país no hay que colocarle palos a la rueda, sino aportar entre todos.

Por: Eduard Baquero López, Presidente Ejecutivo Fedecacao