Todo en nombre de la diplomacia

12 de mayo de 2008


¿Dónde quedo la justicia, la honestidad, las instituciones, la democracia, la cooperación y la mentada hermandad que tanto se pregona en nuestras sociedades latinoamericanas?

Los ciudadanos comunes y corrientes tuvimos que ver con horror todos los acontecimientos que ocurrieron por cuenta del conflicto surgido entre nuestro país y sus vecinos. Pero más allá de lo superficial del cubrimiento periodístico, debemos pensar en el fondo del asunto, en lo que no vimos en la televisión, ni escuchamos en la radio.

Definitivamente, aquí no tenemos países hermanos, solo intereses particulares basados en ideologías retrógradas, deshumanizantes y desestabilizadoras.

Nadie parece pensar que un país no son sus gobernantes, ni sus productos, ni siquiera sus instituciones, un país es su gente, sus condiciones y calidad de vida y su historia. Las fronteras solo existen en la mente de quienes las crearon para legitimar poderes e intereses particulares.

Los ciudadanos estamos en medio del fuego cruzado del juego que hacen los gobernantes con sus facultades para “tapar” corrupción, malos manejos administrativos, dineros ilícitos, narcotráfico y sobretodo traición entre unos y otros, todos tratando de defender sus propios puntos de vista y sus ideas.

Ahora todos quedaron contentos, hubo saludos, abrazos y relaciones restablecidas en nombre de la Diplomacia, pero ¿alguien ha recordado a todas las víctimas de la violencia, a todos los desplazados de sus lugares de origen, a todos los desaparecidos, a todos los niños y viudas sin protección, a todos los desempleados, a los campos sin cultivar, a los pueblos abandonados, a nuestros países llamados tercermundistas, sumidos en el subdesarrollo?

 

 Todo por cuenta de nunca hacer lo necesario para dar soluciones de fondo y castigar a quienes se lo merecen. Soluciones que sean verdaderas soluciones pensando en la gente, en mejorar su calidad de vida y dignificar sus condiciones.

Por estas razones es que deberíamos organizar marchas masivas y protestar, para ver si algún día dejamos de ver corruptos y deshonestos sentados en las elegantes oficinas de los despachos de los gobiernos, siempre igual, muy dignos y respetados, pero sobretodo libres.

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