Hacia una nueva filosofía política

30 de diciembre de 2006

El desarrollo de un nuevo gobierno en Colombia, deberá apoyarse en su propia y particular cosmovisión, llevando a éste a extenderse a la conciencia de la sociedad. Las creencias éticas, religiosas y el pensamiento filosófico deberán ser subyacentes y extensibles a toda la sociedad.

Este hecho significativo será consagrado por el tiempo y por lo tanto; el régimen democrático ha de identificarse con el sistema político, funcionando fluida y armoniosamente sin necesidad de implantar a la fuerza sus fundamentos.

Estos fundamentos legitiman las aspiraciones del individuo a la libertad, transformándola en fuente y requisito esencial de la mayoría de los verdaderos valores morales. Su conciliación y la responsabilidad serán asumidas por la población a través del énfasis dado a la sensibilización de las políticas de Estado, de buena fe por hombres libres, con trabajo productivo y permanente.

La unión de libertad y responsabilidad constituye entonces, un modelo de autonomía individual y disciplina personal, las cuales serán luego transferidas a la sociedad en forma de disciplina social. La sociedad estará compuesta entonces, de hombres completamente libres, responsables, autónomos y disciplinados; adquiriendo características distintas a las vigentes, básicas para configurar una nueva democracia y su buen funcionamiento.

Esta misma evolución, hará que el colectivo se encamine a buscar la mayor felicidad y bienestar para los coasociados. Ahora bien, el sistema a implantar deberá ser mayormente empírico con profundo sentido de lo concreto sobre lo abstracto contribuyendo a construir una sociedad con inclinación progresiva hacia el pragmatismo, dejando de lado los conceptos retrógrados de la democracia republicana.

La nueva visión de la ética estará encaminada a la búsqueda de la felicidad, del bien común, de la justicia y de la equidad y orden social. Entendiéndose la felicidad como la búsqueda del bienestar; por lo menos, desde el punto de vista material, enfatizando la producción y el consumo. La consecuencia de esa cruzada en busca de la felicidad, será la generación de mayor abundancia contrapuesta a la escasez reinante. Así, aunque se genere abundancia material, la función permanente del Estado será la de resolver el problema de la equidad en el reparto del producto. Afortunadamente, estamos despertando de ese letargo heredado de generaciones nefastas y negligentes.

Ahora bien, el triunfo de la democracia liberal es inseparable del capitalismo de libre mercado. Esta combinación de gran libertad individual con gran igualdad política y económica es opuesta a la concepción tradicional de las democracias caducas de los países latinoamericanos , fundamentadas en un gobierno elitista, camufladas bajo las banderas de un liberalismo irresponsable; o como comúnmente lo conocemos, neoliberalismo, poniendo en practica un mecanismo para tener un exacerbado control sobre los gobernados y hacer del Estado un ente sacro santo al cual no llega el mundanal ruido de las clases menos favorecidas que solo esperan que sus gobernantes cumplan con el pacto social que semánticamente y no de manera practica han establecido la constituciones de dichos países.

De esta manera, la fórmula mas aterrizada y coherente para resolver este problema tan arraigado en estas “democracias”; en especial; la nuestra, es que la democracia verdaderamente funcional solo llegara a predominar cuando las capas mas bajas de la sociedad sean tenidas en cuenta por una sociedad individualista y competitiva, comercial e industrial, a través de, un gobierno que actúe efectivamente en la reivindicación de los derechos de los menos favorecidos efectuando los controles necesarios para establecer la accesibilidad al derecho común y a los mercados con justicia, orden social y libre competencia.

A partir de este orden de ideas, el Estado deberá ser colocado en una situación similar a la del individuo y el mercado: siendo proveedor de los diferentes bienes políticos y jurídicos, solicitados por los ciudadanos deseosos que esa tan anhelada búsqueda de la felicidad preconizada por la libertad individual como bien máximo e importantísimo.

Para poner a funcionar esa búsqueda de la felicidad, se requerirá de leyes y reglamentos capaces de echar a andar la sociedad liberal y de consumo; a través de la libertad de pensamiento y de conciencia, de asociación y emprendimiento, etc. El paso a seguir después es que estos mismos principios no sean de letra muerta y se presione a favor de la democracia por quienes han sentido que carecen de estos derechos políticos y se han percatado ya de su nula influencia en la sociedad.

Habiendo implantado y justificado una sociedad genuinamente liberal con la consagración de la igualdad de derechos y oportunidades para todos, la democracia no se presentará opuesta al Estado y a la sociedad liberal, sino como una forma de reivindicación de las clases menos favorecidas, dejando de ser una amenaza potencial para estas clases asalariadas. Estos mismos sectores sociales que han sido golpeados por el abandono y la desidia estatal, podrán integrarse efectivamente a la sociedad desde la evolución de un individualismo meramente teórico a una sociedad establecida con fuertes preceptos de autodisciplina y respeto por la ley, vista no como opresión sino como garantía de esa continua búsqueda de la felicidad. Esa misma garantía que la ley ofrecerá a estos sectores, impulsará la exigencia de mayor calidad en la eficiencia, eficacia y calidad en servicios especializados en salud, educación, seguridad social y seguridad nacional, logrando la transformación del Estado en un regulador del bien general, alejándolo cada vez mas de la intervención directa en la sociedad.

Este mismo papel que habrá de asumir el Estado, será una extensión de la individualidad personal; donde, antes de poner en funcionamiento el aparato estatal a través de un modelo de gobierno liberal utilizando las formas mas refinadas de la democracia como mecanismo de expresión del pueblo, la colectividad deberá triunfar implementando el modelo económico capitalista de libre mercado para proporcionar la equidad y la justicia social.

En efecto, después establecer la factibilidad del sistema de gobierno, el Estado liberal se presentara entonces como pre requisito para desarrollar una nueva sociedad de mercado, fortalecida por un sistema económico solido y no a la inversa.

Es por eso que el actual gobierno basándose en el modelo económico neoliberal, ha tratado de implementar una serie de normas para adaptar la economía al Estado, evidenciando una deficiencia generacional, la cual ha llevado a replantear todo el modelo de cosas existentes.

Así pues, el desarrollo de la nación trae como consecuencia que las capas mas abandonadas de nuestra sociedad se fortalezcan para incorporarse de lleno a la competencia, la política, exigiendo mayor participación y generando riqueza a través las políticas de libertad de mercados con regulación de la competencia y la especulación. Solo de esta forma lograremos una sociedad mas diversa, mas igualitaria; y sobre todo, más justa.

*Ingeniero Industrial, Master en Administración de Negocios, Docente de Gestión de Negocios Internacionales, Universidad del Magdalena

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