De reformas tributarias y otras penurias

3 de octubre de 2006

Más allá del ya trillado problema de la inseguridad, la inestabilidad en la planeación fiscal del país ha sido la nota imperante durante la apertura económica colombiana... ¿para dónde y cómo vamos?

La experiencia aperturista colombiana ha sido diversa, pero más allá del ya conocido estigma de la violencia es, sin duda, el tema tributario el que mayor inestabilidad le ha propiciado al país. Ahora estamos a las puertas de una nueva reforma tributaria.

Analicemos entonces los pro y los contra de esta propuesta. El gobierno colombiano, en cabeza del Presidente Álvaro Uribe Vélez, se encuentra comprometido con el propósito de reducir el bache que separa a Colombia del selecto grupo de las economías de desarrollo medio del mundo. El escenario sin embargo, es complejo: al virtual estancamiento en el proceso de pacificación en Colombia, se suma ahora la inestabilidad propiciada por una reforma tributaria que no satisface las aspiraciones ni del FMI, ni del gobierno ni, mucho menos, de quienes debemos asumir nuevos tributos bien como empresarios o como consumidores, que se adicionan a la ya asfixiante carga impositiva del país.

Al momento de proponer la reforma existen razones que, bajo el rigor del análisis económico, son valederas: Un importante hueco fiscal, un atraso relativo en el desarrollo de los megaproyectos de infraestructura que requiere el país, un TLC con Estados Unidos que nos exige aumentar rápidamente nuestra plataforma de competitividad y un APTDEA no renovable que impactará de frente a los exportadores durante el primer semestre de 2007, son un panorama que no solo afectará la percepción externa de riesgo país, sino también tanto las finanzas públicas como las privadas, con el consecuente efecto sobre los niveles de popularidad del presidente... Sin embargo, ese no es el punto, es mejor pensar en que más allá de las justificaciones sobradas, la reforma tributaria en los términos en los que está planteada genera efectos nefastos sobre la oferta y la demanda:

El ingreso disponible: parece existir un divorcio entre la teoría y la política económica. Mientras la primera afirma que un aumento en los impuestos a las ventas desplaza las curvas de demanda a la izquierda y hacia abajo, la segunda parece olvidarse de este concepto y ve como beneficiosa una reforma tributaria que grava el consumo (estrecha el mercado), y desgrava las rentas. ¿Acaso es posible generar riqueza en mercados estrechos? Por supuesto, se me olvidaba... lo que el mercado interno deje de consumir lo venderemos en los mercados mundiales como reza el más ortodoxo principio neoliberal!!!. Es incierto que podamos lograr esa movilidad con nuestra deteriorada plataforma competitiva y, sobre todo, cerca del final del "boom" revaluacionista que, al parecer, no nos permitió (Cómo en la década del 90), hacer una reconversión tecnológica.

La concentración del ingreso: una reforma tributaria regresiva presiona la ya nada uniforme distribución del ingreso, hacia un efecto de todavía más concentración, y los argumentos del efecto redistributivo del gasto público parecen no ser tan evidentes. Las filtraciones de la demanda abundan, pero no se convierten en inyecciones sostenibles a largo plazo. El resultado será evidente. Es necesario replantear el optimismo sobre la sostenibilidad del crecimiento en el mediano plazo. La posibilidad de continuar con niveles de gasto público como los que hoy registramos, tasas de cambio revaluacionistas que favorecen la inyección de capitales extranjeros y tasas de interés bajas, parece esfumarse poco a poco y lo único que queda es un escenario de concentración de rentas y desaforado gasto.... la clave perfecta para una recesión.

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