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ECONOMIA

Zanahorias al empleo

En Estados Unidos las ciudades incentivan mediante exenciones de impuestos la creación de industrias y empleo.

SAÚL PINEDA HOYOS JUAN CARLOS CALVO
1 de agosto de 1995

La discusión en torno a las cifras del desempleo ha vuelto a estar últimamente a la orden del día. Tal vez porque muy pocos creen que, en medio del desaliento evidente de las actividades económicas urbanas, la tasa de desempleo de las siete ciudades principales se haya estabilizado en el 9% según los cálculos del DANE.

Si esto es así, habría que esperar que el "Plan de Empleo Urbano de Emergencia" diseñado por el gobierno no tenga mayor impacto en las actuales circunstancias, sencillamente porque en la presente coyuntura el desempleo se estaría aproximando mucho más a aquello que los economistas conocemos como "tasa natural", mientras que este tipo de programas responde mejor a situaciones recesivas. Sin embargo, el escenario de desaceleración de la economía ya es una realidad y, en consecuencia, es previsible que durante el mes de septiembre las cifras muestren unas tasas de desempleo mayores.

Aun así, en lo que parece haber mayor consenso entre los analistas, es en el hecho de que tanto las tasas de desempleo actuales como los índices de empleo precario que ostentan las principales ciudades del país, se originan en gran medida en la falta de capacitación para cubrir vacantes que ahora requieren una mayor formación técnica y profesional.

Así, por ejemplo, una simulación realizada por la Corporación para el Desarrollo de la Investigación y la Docencia Económica -CIDE- revela que si el gobierno realizara un esfuerzo de capacitación para 35.000 personas por año, la tasa de desempleo podría caer al 6.3% al finalizar el presente cuatrienio.

En estas condiciones, más que programas urgentes de empleo urbano, lo que ahora necesitan las ciudades es garantizar la calidad de los nuevos empleos y el desarrollo de programas específicos para modernizar los ya existentes.

La experiencia internacional muestra cómo los gobiernos locales empiezan a manifestar una preocupación creciente para utilizar su margen de maniobra, que con frecuencia es escaso, pero también es espacio propicio para la búsqueda de propuestas imaginativas.

Las consultas realizadas en diferentes regiones de Norteamérica por Proexport, con el fin de ajustar sus programas de apoyo a los exportadores, revelan interesantes esfuerzos por parte de algunos estados e incluso de varias ciudades, de los cuales el país y las regiones colombianas podrían adaptar alternativas para promover la localización de inversionistas internacionales y, por esta vía, impulsar la generación de empleo.

Se consultaron las oficinas comerciales de los estados de Florida, Georgia, North Carolina, Kentucky, Louisiana y Texas, en las cuales se encontraron dos constantes que resulta importante destacar. En todos los estados existen mecanismos de promoción de la inversión privada, los cuales se encuentran diseñados de manera general, sin tomar en consideración si el inversionista es nacional o extranjero.

Adicionalmente, y esta parece ser una constante de todas las regiones competitivas del mundo, la atracción de inversionistas privados está fundada en el ofrecimiento de unas condiciones específicas -infraestructura urbana moderna, servicios avanzados, personal capacitado, centros educativos y alta calidad de vida-, acompañadas de una gran promoción del excelente clima de los negocios de la región.



LOS PROGRAMAS DE PROMOCIÓN ECONÓMICA

E s necesario aclarar que, con frecuencia, los programas ,estatales" o regionales que a continuación se relacionan, buscan en particular la desconcentración del empleo y la localización productiva en condados de menor desarrollo relativo.

En síntesis pueden mencionarse, entre otros instrumentos de promoción de la inversión en los estados norteamericanos, los siguientes:



Las zonas empresariales

Este programa, desarrollado en el estado de Florida, consiste básicamente en la demarcación previa de áreas geográficas determinadas de menor desarrollo "áreas señaladas" en las cuales las empresas que decidan situar sus plantas industriales, pueden gozar de estímulos tributarios tales como: exención parcial o total de los impuestos sobre propiedad (predial) y en los servicios públicos, reembolso del impuesto a las ventas y exención de costos de su permiso de funcionamiento.



Las zonas francas

Ampliamente conocido en Colombia, este es otro de los mecanismos utilizados para la promoción de la inversión privada en los diferentes estados. Los importadores de bienes del extranjero que sean usuarios de estas zonas gozan de amplios privilegios, especialmente en materia de adquisición de bienes que van a ser transformados o usados en manufactura de otros bienes.

Exención de impuestos por creación de puestos de trabajo Estos programas de orden estatal, más conocidos como "Job Tax Credit", están diseñados para negocios elegibles, generalmente de alto impacto en la comunidad, con el propósito de impulsar los condados de menor desarrollo relativo -figura similar a los municipios en Colombia-, los cuales son elegidos año tras año. Por cada empleo generado el estado reembolsa una suma específica de impuestos a cargo del contribuyente (US$1.000 o US$2.000, por ejemplo), aunque desde luego a partir de un número determinado de nuevos empleos y siempre que la ocupación objeto del beneficio haya sido mantenida por más de un año.

Estos programas generalmente son acompañados de estímulos provenientes de las entidades públicas y privadas que generan servicios con destino a las empresas que participan del esquema en mención.



Programas de estímulo a las exportaciones

Debe destacarse, en particular, el "Shared FSC (Foreign Share Corporation) Program", por medio del cual se estimula el ahorro en impuestos provenientes de las ventas que hagan al exterior las empresas exportadoras. Ese programa contempla reducciones impositivas que, en promedio, son entre un 15% y un 30% más bajos que los dispuestos para las ventas locales. Su particularidad es que consulta normas específicas del comercio internacional y es aplicado con especial agresividad en Carolina del Norte. De hecho, este estado ha sido escogido por las revistas "Site Selection" e "Industrial Development Magazine" como el estado número uno para la ubicación de plantas manufactureras por varios años.

Es cierto que la estructura regional de nuestro país no alcanza la autonomía de los estados de Norteamérica, pero sí resulta aleccionador que en el país más enconado defensor de la tesis del mercado, los gobiernos locales compitan con una gran dosis de intervención, para ofrecer alternativas de localización competitiva al capital nacional e internacional.

Una alianza entre el gobierno central y las regiones de nuestro país podría contribuir, sin duda, al fortalecimiento de los programas locales de empleo, con una visión más ajustada a las exigencias internacionales y con un criterio menos parroquial, como el que se vislumbra en los programas de empleo mínimo del "Salto Social".

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