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ESTRATEGIAS Y EMPRESA

Viene Sidor con todo

La siderúrgica venezolana, ahora privada, va a ser un competidor feroz en el mercado colombiano. La suerte de Paz del Río definirá el futuro del sector.

11 de febrero de 1998

Una aplanadora ronda el mercado del acero. La Siderúrgica del Orinoco (Sidor), que quedó en manos privadas el pasado 18 de diciembre en Venezuela, inició la cuenta regresiva para lanzarse a la conquista del que considera su mercado natural: Colombia, Centroamérica y México.



La que era la última gran acería estatal del continente, con una producción anual de 3,6 millones de toneladas de acero, aspira a llegar a 8 millones de toneladas en los próximos años y modificar el mercado de la región a su imagen y semejanza.



Colombia, por ser el país vecino y su mercado más conocido, es el primer objetivo en la lista.



Goliat vs. David

En el mercado colombiano Sidor es un gigante. Su producción actual equivale a cuatro veces la de todas las siderúrgicas nacionales en un año, cerca de 800.000 toneladas.



Y si bien el 60% de lo que produce esta compañía, ubicada en Ciudad Guayana, se queda hoy en Venezuela, 332.600 toneladas llegan a Colombia, lo que constituye cerca del 28% de las importaciones y el 17% del consumo total.

Hay que añadir a las cuentas las 43.536 toneladas que exporta Sidetur, de propiedad de la venezolana Sivensa, una de las empresas participantes en el consorcio que venció en la compra de Sidor.



Sidor está ubicado en ciudad Guayana en la margen derecha del Orinoco



Las fortalezas estratégicas de Sidor son numerosas. Cuenta con grandes facilidades de transporte, pues está ubicada en un puerto. Hoy paga, además, precios particularmente bajos debido a la guerra de fletes marítimos. Por otra parte, las tarifas de energía son menores en Venezuela que en Colombia. Y como miembro del Pacto Andino, no paga arancel para vender en el mercado colombiano.





Las cabillas están en el juego de la competencia Pero ésta es apenas la situación actual. No es difícil imaginar lo que ocurrirá una vez concluya el proceso de renovación de la empresa, probablemente dentro de dos años, y cuando se materialice el proyectado aumento en producción.



Una vez repotenciada, Sidor, si lo quisiera, podría abastecer el mercado de Colombia y Ecuador. Si se tiene en cuenta, además, que nuestro país es el mayor importador de acero en Latinoamérica, con 1.200.000 toneladas anuales y un consumo total de 2.000.000 de toneladas, se entiende el atractivo irresistible de Colombia para los venezolanos.



El problema es precio

La siderurgia colombiana siempre ha tenido problemas de competitividad frente a Sidor. En eficiencia, tecnología y costos, los venezolanos nos llevan la delantera. A Paz del Río, por ejemplo, el proceso para producir una tonelada de acero puede costarle unos US$130 más que a Sidor. La razón es el llamado 'castigo tecnológico', causado por el rezago en esta área.



Este sobrecosto explica porque los precios del acero venezolano son competitivos en nuestro medio.



El precio por tonelada del acero traído desde Venezuela por vía marítima a Bogotá puede llegar a unos US$348, es decir, menos de lo que le cuesta a Acerías producir una tonelada en Colombia, que sería de unos US$400.

Bobinas de hojalata que se producen en una de las plantas de Sibor



Si bien la privatización de Sidor no se destacó entre las noticias del fin del año pasado, los empresarios del sector han seguido el tema de cerca. La siderúrgica fue adjudicada al Consorcio Amazonia (conformado por empresas de México, Brasil, Venezuela, Estados Unidos y Argentina) a un costo de US$2,3 miles de millones.



Para Gustavo Tobón Londoño, presidente de Fedemetal, "Sidor se puede convertir en algo demoledor después de la privatización. Lo que esa compañía representa es mayor competencia y peligro para la industria siderúrgica del país", dice.



Por su parte, Luis Felipe Torres, ex asesor de Acerías Paz del Río y experto en comercio exterior, asegura que al Consorcio Amazonia le toca recuperar la inversión y le va a disparar al mercado colombiano, ecuatoriano y peruano. De eso no hay duda, afirma Torres.



Otros, por el contrario, se muestran más tranquilos frente a lo que ocurrió en Venezuela. Jaime Salamanca, presidente de Paz del Río, si bien reconoce que Sidor puede presionar a las siderúrgicas colombianas, no lo ve como una amenaza tan inmediata para el país.



De igual forma piensa José Luis Arango, presidente de Simesa. "Mientras la competencia sea en condiciones de igualdad, no hay problema", afirma. "Otra cosa es el contrabando. Frente a eso, sí buscaremos medidas de protección".



No hay que olvidar que el contrabando desde Venezuela siempre ha afectado al mercado colombiano. Algunos expertos del sector estiman que en 1995, por ejemplo, entraron 108 mil toneladas de acero. Para el 97 esa cifra se redujo ostensiblemente, a 14 mil toneladas, debido a la desaparición del diferencial cambiario, al repunte de la economía venezolana y a que ahora hay más control aduanero.



Por su parte, fuentes de Mayagüez, el grupo que controla a Sidemuña, Sideboyacá y Sidelpa, opinan que la privatización de Sidor puede llegar a ser una amenaza para el país, pero no es tan grave como algunos la pintan. Aseguran que el mercado colombiano es suficiente para todos y que su estrategia va a ser competir con servicios. Y por otro lado, no sobra recordar que un acero barato y de buena calidad es también beneficioso para otro sector colombiano, el de la metalmecánica.



Tiro de gracia

Dentro de esta disparidad de opiniones, hay algo que todos tienen claro. La forma como se van a desenvolver los acontecimientos depende de la suerte que corra Acerías Paz del Río.



La razón es sencilla. Paz del Río controla el 15% del mercado y es la única siderúrgica integrada del país, es decir, realiza el proceso completo, iniciando con mineral de hierro y carbón, hasta llegar al producto final. La participación de Paz del Río en algunos segmentos del mercado es muy importante. Si esta empresa colapsa, se abriría una competencia feroz por suplir la demanda que abastece hoy.



Se verían afectados el mercado del alambrón -alambres, puntillas, cables de acero- del cual Acerías tiene el 53,4% de la producción y abastece a todo el país, exceptuando la Costa Atlántica, pues allá llega más barato de Trinidad y Venezuela.





Jaime Salamanca, presidente de Acerías Paz del Rio También habría impactos sobre los mercados del acero plano en caliente, que se usa en productos industriales y del cual es el único productor en Colombia, y sobre los mercados de aceros no planos, como barras de refuerzo, varillas y perfiles.

Lo más probable es que las 40 ó 50 mil toneladas de barras que produce Paz del Río pasarían a ser suministradas por otros productores colombianos, pues todas las siderúrgicas tienen este producto.



Otra cosa ocurriría con el alambrón y los aceros planos en caliente. Por un lado, sólo dos empresas, Diaco (de Mayagüez) y Simesa (del Sindicato Antioqueño) producen alambrón, pero en porcentajes muy pequeños, 1,7% y 2,8% respectivamentes. Viendo que en esta área las importaciones comprenden el 42,1% de lo que consume el país y conociendo que Sidor produce alambrones y planos en frío y en caliente, que sólo lo tiene Acerías, es evidente que este mercado es una fuerte tentación para Sidor.



Lo cierto es que el fin de Acerías está cada vez más cerca. Esta empresa tiene un pasivo pensional de $180 mil millones y un déficit de caja proyectado para este año en casi $33 mil millones millones. El pasado 14 de enero, su presidente, Jaime Salamanca, hizo un llamado de urgencia porfalta de fondos y denunció que los trabajadores estaban disminuyendo el ritmo de producción. Los atrasos llevaron a que la producción de enero fuera casi la mitad de la prevista.



Por otro lado, en la junta del 22 de enero, se confirmó que el Sindicato ya no es accionista mayoritario y sólo quedó con el 11% después de ceder acciones a universidades e instituciones de caridad. En otras palabras, dejó en libertad al IFI y al gobierno para que dispongan de la siderúrgica. Aún así, se garantizó la plata para el funcionamiento de la empresa mientras se toman decisiones que incluirán cerrar planos y barras para dedicarse sólo al alambrón.



Y si bien podría existir interés de la empresa Siderperú por comprar Acerías, esta posibilidad está lejos de concretarse. Y a Paz del Río ya no le queda tiempo.



Una sola dirección

Ante este panorama, las demás empresas del sector se están preparando para la dura competencia que se les viene encima en los próximos años.



Mayagüez, que vendió una participación a inversionistas estadounidenses, se encuentra en reorganización administrativa. El sector siderúrgico de este grupo incluye Sidemuña, Sideboyacá, Sidelcaribe, Sidelpa y también la distribuidora de aceros Diaco.



Como parte de la reorganización, las operaciones de todas las empresas se manejarán como una sola compañía siderúrgica, bajo el nombre de Sideboyacá. La suma de las ventas de la compañía equivale a unos US$150 millones.



La intención del grupo, que controla la producción del 30% del mercado colombiano, es reducir costos y mejorar eficiencia. Para ello ha decidido que Sidemuña cerrará su acería (quedaría haciendo laminación) y Sideboyacá, que está repotenciada tecnológicamente y es la mejor desde este punto de vista, se dedicará a producir materia prima a Sidemuña y fabricar barras y perfiles.



Si bien Mayagüez reconoce que sus equipos no son los mejores, no cree que su rezago sea excesivo en el contexto nacional y espera que con la reestructuración se va a potenciar su producción.



Una ventaja de Mayagüez es que es el único exportador de acero en Colombia, con unas 15 mil toneladas anuales. A pesar de ser la más vieja de sus siderúrgicas y afrontar problemas laborales, Sidelpa, en Cali, es la única que produce aceros especiales, para uso industrial, en el Pacto Andino. Mayagüez ha podido crear en ese mercado un nicho especializado. Esto le da una ventaja competitiva y es una pieza clave en su estrategia de defensa frente a empresas grandes como Sidor.



Mercado cautivo

Simesa, que tiene el 15% del mercado y pasó a ser de propiedad del Sindicato Antioqueño después de la fusión del Bic-Banco de Colombia, ha invertido en los últimos tres años cerca de $12 mil millones en modernización de equipos.



Su ubicación es su principal debilidad y, paradójicamente, también su fortaleza. La planta está localizada en el residencial barrio del Poblado, en Medellín, y por ello ha gastado más de $10 mil millones en instrumentos para el control de la contaminación. José Luis Arango, presidente de la empresa, afirma que el plan a mediano plazo, es decir, a unos cinco años, será trasladarse a una zona industrial.

Pero, por otro lado, la ubicación también le da ventaja sobre las demás siderúrgicas. Posee un mercado cautivo que es toda Antioquia y allí se vive de verdad aquello de que "paisa compra paisa".





La segunda ventaja de Simesa es que en su nicho, acero de construcción, recibió la norma de calidad ISO 9002 que le da competitividad en el exterior, en especial en Europa del Este. Simesa exportó en 1997 a Centroamérica 1.000 toneladas en acero de construcción.



Otra empresa rentable es su laminadora Holasa, con un importante nicho en el mercado de tuberías, en el que compite con Colmena. Hace poco recibió un premio de calidad en tubería de gas.



Incluso así, todavía falta seguir el proceso de repotenciación de la compañía, emprendido para hacerla más competitiva. En estos momentos y por el cambio de accionistas, se realizan movimientos en la empresa. El 27 de febrero habrá cambio en la junta directiva.



En síntesis, el mercado colombiano, con vocación de importador de acero, que debe traer la mitad de la chatarra -materia prima- del exterior y que ha acumulado un evidente rezago tecnológico, estará a la espera de tres acontecimientos. Uno, los efectos de la privatización de Sidor. Dos, el destino de Paz del Río. Y tres, lo que ocurra en las empresas después de sus reconversiones industriales. El resultado de estos tres factores determinará el nuevo equilibrio de las cargas cuando se desate la competencia demoledora del exterior. El mercado colombiano del acero no volverá a ser el mismo.

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