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Sector Financiero

El ahorro-rifa y las cuentas-sorteo

¿Se acelera el cambio en el sector financiero?

Carlos Caballero Argáez
1 de septiembre de 1997

En las últimas semanas ha sido notable la explosión de publicidad de bancos y corporaciones de ahorro y vivienda en la cual se invita a los colombianos a ahorrar y a participar en atractivos sorteos de automóviles, dinero, apartamentos. Libretón, Supercuenta, Cuenta 50, entre otras, se están convirtiendo en palabras de uso común en los hogares de todas las ciudades del país y el concepto ahorro-rifa ha entrado nuevamente con fuerza en el sistema financiero.



La verdad, sin embargo, es que no se trata de algo novedoso si se tiene en cuenta que, por ejemplo, uno de los bancos colombianos grandes lo había popularizado hace un buen tiempo bajo el lema de "casa, carro y beca". Pero los planes lanzados en julio y su agresiva promoción han hecho aparecer este tipo de ahorro como una innovación en nuestro medio.



Aunque el concepto ya fuera conocido en Colombia, su reintroducción se realizó en un momento en el cual las condiciones en que tiene lugar la competencia por el ahorro financiero son bien distintas a las de hace unos años. En el país se ha llevado a cabo un proceso de desregulación de la actividad financiera, difícil de prever aún en el pasado más reciente, que ha estimulado la competencia entre los diferentes intermediarios. Y, como bien se sabe, bancos internacionales tan fuertes como el Bilbao Vizcaya y el Santander -españoles los dos- adquirieron en el curso de los últimos doce meses una participación significativa en el Ganadero y en Bancoquia (ahora Santander). De tal forma que la regulación y los agentes son, ambos, mucho más propicios en la actualidad para que se dé una dura lucha por el ahorro y por el posicionamiento institucional.



Así, las que aparentan ser simples y cuantiosas rifas, diarias y mensuales, estarían constituyendo un primer cambio dentro del proceso de reestructuración que vive, y continuará viviendo en los próximos años, el sistema financiero colombiano. Un cambio radical, impulsado por un nivel de competencia desconocido en Colombia y que va a llegar mucho más lejos hasta modificar, de raíz, el perfil de las entidades bancarias en el país.



Los productos lanzados en el mes de julio por las entidades financieras son muy similares. Sin excepción, la suma mínima para abrir una cuenta de ahorros que permita participar en las rifas es $50.000. El saldo promedio mensual con el cual el ahorrador puede obtener un número y participar en las rifas es $100.000 en el Banco Santander, en el de Colombia y en Corporación Colmena. El Banco de Bogotá exige $125.000 y el Banco Ganadero $200.000. En el Banco de Colombia no es necesario abrir una cuenta especial para jugar, como lo es en los demás, de tal manera que el ahorrador tradicional, con saldos relativamente altos, puede beneficiarse tanto de la rifa como de la tasa de interés. Los sorteos diarios no superan los $20 millones. El Banco Ganadero rifa diariamente un automóvil -cuyo valor estaría alrededor de los $16 millones- y el de Bogotá sortea $50 millones dos veces a la semana lo cual, en promedio, equivale a $20 millones por día. El Banco Santander concentra su rifa diaria en una persona, cinco a la semana, el de Bogotá en dos por semana y el de Colombia la dispersa en once (10 que se ganan cada una un millón y una que se gana diez millones) diarias o 55 a la semana.



Si se tiene en cuenta el valor de la rifa semanal de $100 millones y una rifa mensual adicional del orden de $100 millones, el costo de los premios para un banco como los mencionados sería, como mínimo, de $6.000 millones al año. Es decir, las nuevas rifas representan un costo sustancial para las entidades a diferencia de las de antes ("casa, carro y beca"), cuando el costo para el banco que las ofrecía no debía superar los $500 millones por año. A estas sumas hay que agregar el gasto en publicidad para introducir y sostener los productos, que no es, en absoluto, despreciable, por lo cual la cifra total de costo anual mencionada en los medios de comunicación por el presidente de un banco, de $10.000 millones por entidad por año, resulta creíble.



Estamos, pues, presenciando un juego de grandes números y de grandes ligas.



¿Qué pasa con el ahorro?



El pasado primero de agosto, los depósitos de ahorro conocido como "tradicional" -porque son las cuentas de libreta que los bancos han podido abrir en toda su historia a diferencia de las de ahorro en UPAC autorizadas con exclusividad, hasta hace poco tiempo, a las corporaciones de ahorro y vivienda- se elevaban, en los bancos, a $5,7 billones y representaban el 44% de los depósitos de ahorro en el sistema financiero. El 56% restante se encontraba en las corporaciones de ahorro y vivienda. Estas participaciones sorprenden. Señalan un cambio importante en la distribución del ahorro entre bancos y corporaciones. Al finalizar 1994, la participación de los bancos en el mercado del ahorro no superaba un 37% y al terminar julio de 1996 era de 40%. Algo ha venido pasando en el mercado del ahorro.



De hecho, en los últimos doce meses los depósitos de ahorro tradicional de los bancos aumentaron a un ritmo del 47,4% mientras aquellos en UPAC, ofrecidos por las corporaciones de ahorro y vivienda, lo hicieron al 23,5%. En la actualidad las corporaciones están autorizadas para captar depósitos de ahorro en pesos; éstos crecieron, en el curso de los doce meses, en un 34,2%. Mientras esto sucedía con los depósitos de ahorro tradicional, los certificados de depósito a término en los bancos crecían un 19,5% en el mismo período y en las corporaciones, en UPAC y en pesos, lo hacían en un 26% aproximadamente.



Todo esto quiere decir que los bancos captan más ahorro tradicional cada día, en cuentas a la vista con intereses que compiten bien con los de las cuentas en UPAC de las corporaciones, mientras estas últimas dependen de manera creciente de la captación de certificados de depósito a término. Es el mundo al revés para quienes estábamos acostumbrados a lo contrario: a los bancos dependiendo de captaciones de CDT, costosas por definición, y las corporaciones de depósitos de ahorro recogiendo una porción sustancial del ahorro de las personas en sus cuentas con corrección monetaria.



La razón de estos cambios en la estructura de captaciones de bancos y corporaciones de ahorro y vivienda no aparece a primera vista. Sin embargo, algo habrá tenido que ver la reducción de las tasas de interés que se ha registrado en los últimos 18 meses y que ha colocado la remuneración de los depósitos bancarios en un nivel competitivo con la corrección monetaria en las de UPAC -mayor, inclusive, a fines de agosto de 1997 en vista de la baja que ha registrado la corrección monetaria-. De otra parte, en su afán por mejorar sus niveles de eficiencia, los bancos no solamente han realizado enormes inversiones en tecnología que les permiten utilizar mejor su red de distribución de servicios -como lo hicieron desde su creación las corporaciones-, sino que habrían adoptado la política de reducir sus costos de captación, previendo el estrechamiento de los márgenes de operación por la cada vez mayor competencia en el sistema como producto de los procesos de desregulación y de liberación financiera que han tenido lugar a lo largo de la década y, con especial énfasis, desde la expedición de la Ley 35 de 1993.



La tendencia a una más aguda competencia en el sistema financiero era evidente desde hace varios años. El sistema financiero no podía quedarse al margen de los procesos de apertura económica y, además, debía contribuir a hacer más eficiente el funcionamiento de toda la economía. Así que, casi sin que la gente se diera cuenta y, por el contrario, en un entorno de crítica pública por las altas tasas de colocación y los elevados márgenes brutos de operación, los banqueros se decidieron por la competencia. Estando en éstas, se produjo el acceso al mercado de actores tan importantes como los bancos españoles. Y la competencia, para bien de todos, se ha reforzado.



El impacto de las rifas



El tiempo que ha transcurrido desde la introducción de los sorteos diarios y mensuales es muy breve como para observar tendencias firmes en la pelea por el ahorro. Con todo, la evolución de los depósitos en las distintas entidades es muy interesante.



Al analizar el comportamiento del ahorro tradicional en los bancos puede detectarse que en las seis semanas que transcurrieron desde el primero de julio hasta el 9 de agosto -última fecha para la cual se contaba con información estadística-, el ahorro tradicional en los bancos aumentó en 10,5% (recuérdese que en doce meses lo hizo en 47,4%). En este período, las entidades iniciaron la promoción de sus nuevas cuentas pero, efectivamente, las rifas comenzaron en la primera semana de agosto por lo cual podría decirse que estos días fueron de calentamiento. Sin embargo, los incrementos en el Banco Santander y en el Ganadero superaron el 27% en las seis semanas y, curiosamente, el del Banco Industrial Colombiano, que no tiene un plan de sorteos, se acercó al 25%. De manera que la participación de estos tres bancos dentro del mercado subió tres puntos al pasar de 17,8% a 20,8% amenazando la supremacía del Colombia y de Bancafé, cuya participación conjunta descendió en cerca de un punto. El Banco de Bogotá aumentó en medio punto su participación. Vale decir que estas seis entidades concentran, en la actualidad, el 53,1% del mercado del ahorro tradicional bancario en el país.



La pugna por el ahorro, como puede comprobarse, apenas está comenzando. El calentamiento es buen indicio de lo que se puede esperar. Hay que estar atentos y seguir con cuidado el comportamiento del mercado y las estrategias de los distintos actores.



Los sorteos: un análisis



Como ya se mencionó, las entidades que han entrado en el juego de los sorteos y las rifas buscan reducir sus costos financieros y depender cada vez menos de la captación de CDT. Le apuestan a que la remuneración de los depósitos de ahorro vía una tasa de interés más baja -del 10%, por ejemplo, en vez del 16%-, sumada al costo de las rifas, resulte inferior a lo que se reconocería de remunerar exclusivamente por la tasa de interés. El menor costo será función, naturalmente, de la estructura de las cuentas de ahorro de cada intermediario particular.



La reducción de costos puede ser significativa. Supongamos, en gracia de discusión, que un banco con $500.000 millones en ahorros lograra que la mitad de sus cuentas fueran de "sorteo" y que la otra mitad se mantuviera sin modificaciones. Con un interés del 10% en las primeras y de 16% en las segundas, y un costo de los sorteos de $10.000 millones por año, el menor costo podría ser de $5.000 millones. Una suma no despreciable. Y eso no es todo. En la medida en que los bancos capturen una clientela más numerosa, ampliarán sus bases de datos y podrán ofrecer a los nuevos clientes otros servicios bancarios lo cual, a su turno, les reportará más ingresos. Uno de los ganchos para atraer ahorradores a las "cuentas sorteo" es el de no cobrar durante un año el manejo de las tarjetas débito ni los talonarios. Al cabo del año, sin embargo, van a cobrarlo. Y si el número de cuentas es grande, como se espera, cualquier comisión que carguen, por pequeña que sea, contribuirá sustancialmente a la generación de ingresos.



En el caso de los ahorradores es evidente que el costo de la boleta que están comprando para participar en las rifas equivale a lo que dejan de percibir en forma de rendimientos financieros. En vez de una cuenta de $200.000 recibiendo $32.000 anuales, si la tasa de interés es de 16%, el ahorrador percibiría $20.000 en el año y pagaría una boleta de $12.000 para tener derecho a jugar todos los días y todas las semanas y la posibilidad de ganarse una millonada. Allá él, o ella, si prefiere jugar así o comprar lotería todas las semanas.



¿Se acelera el cambio?



Un importante banquero afirmaba recientemente en una entrevista de prensa que "los bancos españoles serían catalizadores de un cambio muy positivo para el sector mismo y para su clientela" y que el mercado respondería volviéndose más eficiente, más moderno, "con españoles o sin españoles".



La verdad es que la introducción de estos nuevos productos está acelerando el cambio al cual se refería el presidente del Banco Santander. Porque el marco regulatorio actual y la necesidad imperiosa de la eficiencia va a gestar más cambios. Si se preguntara por el perfil del sistema financiero colombiano en los primeros años del siglo XXI, bien podría aventurarse la hipótesis de que va a haber menos entidades y que algunas de ellas van a ser muy grandes. Es lo que se está observando cuando se informa de la fusión del Banco de Colombia y el BIC para crear un "megabanco" o cuando algunos bancos, como el Bancafé o el Colpatria estudian su fusión con corporaciones de ahorro y vivienda como Concasa o Upac Colpatria. Davivienda, además, ya se ha transformado en un banco comercial. Lo que permite pensar que la especialización de las entidades por funciones está dejando rápidamente de existir y que, en la práctica, se está transitando hacia la banca universal sin necesidad de nuevas reformas financieras.



El hecho protuberante es que las fuerzas del mercado están empujando un cambio que va a ser, sin duda, benéfico para la economía y para la clientela de los bancos. Ya era hora.

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