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Caia de conversión

Una medida extrema como la caja de conversión, garantiza la estabilidad económica pero ata las manos de los gobiernos.

MAURICIO CARRiZOSA
1 de octubre de 1995

Los diversos países que han logrado estabilizar sus niveles de precios tienen como denominador común el haber controlado la emisión de dinero a niveles compatibles con la demanda por dinero. La razón es, por supuesto, que la emisión de dinero por los bancos centrales en cuantías superiores a las cantidades requeridas por el público ha sido el determinante principal de las tendencias alcistas en el nivel de precios.

Esta relación entre dinero y precios ha sido ampliamente documentada en diferentes países y durante distintos períodos históricos. Colombia ofrece un ejemplo al comparar los ritmos de expansión monetaria desde comienzos de los años setenta hasta el presente, que ubicaron la inflación cerca del 25% anual, porcentaje muy superior al promedio de años anteriores cuando el ritmo de emisión de moneda fue mucho más lento.

La mayoría de los países en desarrollo no ha logrado aprovechar el conocimiento técnico resumido anteriormente para disminuir el ritmo de inflación. Hay varias formas de estabilizar la cantidad de dinero. Algunos lectores recordarán, en la historia de las ideas económicas, el mecanismo automático del patrón oro para regular los precios y la balanza comercial: el país que experimentara precios muy altos sufriría un déficit de balanza

comercial que le conduciría a perder oro y consiguientemente a disminuir su cantidad de dinero. En épocas más modernas, Alemania nos brinda un ejemplo de control monetario discrecional (es decir, no automático) que convirtió al marco alemán en una de las monedas más respetadas del mundo. Tanto los mecanismos automáticos como los discrecionales se enfocan directamente sobre la cantidad de dinero, o indirectamente sobre alguna variable macroeconómica fundamental, generalmente la tasa de interés o la tasa de cambio.

Entre las experiencias recientes más interesantes se encuentra el redescubrimiento, con algunas variaciones, de una conocida institución colonial: las cajas de conversión. Dentro del mecanismo de una caja de conversión, un país se compromete a respaldar y convertir el dinero local por una moneda dura a una tasa de cambio prefijada: Con este método se asegura que la emisión de dinero corresponda a la demanda por dinero. A primera vista, el mecanismo se parece mucho a un régimen de tasa de cambio fija. Lo fundamental que distin

gue a la caja de conversión es

la garantía de que el banco central cuen

ta con reservas internacionales suficientes para "comprar" el dinero en circulación. Este no fue el caso de la gran cantidad de ocasiones en que los bancos centrales no pudieron sostener la tasa de cambio prefijada, porque las reservas internacionales resultaron insuficientes para comprar todo el dinero que se emitía financiando al gobierno o expandiendo el crédito doméstico. En un mecanismo de caja de conversión el dinero emitido no puede superar el nivel de reservas internacionales. Ello establece un límite al crédito que un banco central puede crear para financiar al gobierno o al sector privado.

Tres países que han establecido cajas de conversión en tiempos recientes son Hong .Kong (1983), Argentina (1991) y Estonia. Las tres experiencias han sido exitosas. En Estonia, por ejemplo, el establecimiento del régimen de tasa de conversión permitió quebrar la hiperinflación vigente hasta 1993 y lograr un nivel de 20% anual a comienzos de 1995. La experiencia de Argentinafue aún más dramática, pasando de hiperinflación en 1991 a tasas cercanas a 3% anual en 1994.

Reemplazar el banco central por una caja de conversión es ciertamente un remedio extremo. Su contribución es garantizar la disciplina monetaria. En efecto, al remplazar su banco central por una caja de conversión, el gobierno se ata las manos, limitando su capacidad para financiar con emisión al gobierno o al sector privado. En particular, se limita la función de prestamista de última instancia para los bancos comerciales que tradicionalmente se asigna a los bancos centrales. Se requiere, por lo tanto, disciplina fiscal, fortaleza de las entidades financieras, mecanismos alternativos de atender las necesidades de liquidez del sistema bancario, y desarrollo del mercado de capitales para atender las necesidades de financiación de las empresas. Pero las limitaciones impuestas pagan. Por ejemplo, es muy probable que la caja de conversión establecida en Argentina haya impedido que su banco central hubiera acudido nuevamente al tradicional recurso de la hiperinflación para atender los retiros de depósitos que sufrió el sistema bancario luego de la crisis de confianza, inducida por el sobresalto de la economía mexicana a finales de 1994.

Países como Estados Unidos o Alemania no requieren cajas de conversión puesto que su disciplina, bajo un régimen discrecional de control monetario, es suficientemente fuerte para evitar que la expansión de dinero exceda desmedidamente los niveles necesarios para atender las necesidades de liquidez. De hecho, son las monedas de estos países las que se han escogido como moneda de conversión: el dólar para los casos de Hong Kong y Argentina y el marco para Estonia. La disciplina monetaria en Estados Unidos o Alemania está fuertemente arraigada en los altos costos políticos y económicos de la inflación.

oy día Colombia cuenta con un régimen institucional para lograr la disciplina monetaria dentro de un manejo discrecional de la cantidad de dinero. Este régimen es la independencia del Banco de la República junto con su mandato de estabilizar los precios. Este régimen probablemente ha contribuido a evitar una nueva aceleración del ritmo inflacionario. Con todo, la disminución de la inflación ha estado limitada por otros objetivos simultáneos que persigue el banco, incluyendo la regulación de las tasas de interés y de la tasa de cambio. Una mejor coordinación con la política fiscal, incluyendo en particular controles al gasto del sector público que mitigaran las presiones sobre la tasa de cambio y la tasa de interés, podría permitir al Banco de la República perseguir más decididamente la valiosa meta de la estabilización de precios y fortalecer la credibilidad pública en los méritos de un banco central independiente.

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