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Venezuela: Rosales, el oponente de Chávez

Este hombre de 53 años y cabellos grises sigue a la zaga del mandatario que encabeza la mayoría de las encuestas con una ventaja de 20 o más puntos porcentuales, pero ha logrado reactivar a lo largo de Venezuela a una fracturada oposición en torno a su candidatura de unidad, encarnando una alternativa para aquellos que como él perciben que el gobierno de Chávez es cada vez más autocrático.

15 de noviembre de 2006

Caracas.- Escolta en las encuestas, el veterano político Manuel Rosales asegura que la democracia en Venezuela está en peligro y emerge como un rival de cuidado del presidente Hugo Chávez en los comicios del 3 de diciembre.

"La democracia esta en riesgo con este gobierno y los venezolanos necesitaban unirse para defenderlo", dijo Rosales a la AP durante una gira electoral, en que acusó a Chávez de querer ser presidente de por vida como su amigo Fidel Castro de Cuba.

Rosales, que temporalmente se separó de su cargo como gobernador del estado Zulia, es apenas uno de los dos candidatos no chavistas en ganar las elecciones de gobernadores que se realizaron hace dos años.

Los partidarios de Chávez se aseguraron las gobernaciones en 21 de los 23 estados, además de la influyente alcaldía mayor de Caracas. Mientras goza de un amplio respaldo entre las clases media y alta, Rosales ha tratado de hacer incursiones entre la base que tradicionalmente a brindado su apoyo a Chávez: la de los pobres.

Rosales se ha manifestado en desacuerdo con lo que llama la misiones sociales limosneras que son el corazón del programa populista de Chávez, afirmando que el dinero es tirado para asegurar el apoyo político. Rosales ha propuesto crear una tarjeta de débito gubernamental para distribuir directamente la quinta parte de los ingresos petroleros de Venezuela entre las familias más pobres del país.

Muchos venezolanos piensan que el candidato carece del carisma de Chávez.

Pero la sociedad venezolana está muy polarizada, por lo que Rosales ha visto como su campaña ha tomado ribetes religiosos. En sus mítines, algunos partidarios depositan cruces de madera o estatuillas de Jesucristo en sus manos. Otros le pasan estampitas de santos o recados solicitando ayuda, a semejanza de los seguidos de Chávez.

"El es la única esperanza que nosotros tenemos para salir de este gobierno. Por eso es que lo queremos", dijo Roselyn Fuentes, una de decenas de miles de personas que se unieron a una caminata de campaña.

"Tengo morados, tengo de todo, pero ese es el cariño de la gente", dijo Rosales, mostrando moretones y rasguños en sus antebrazos.

El mandatario evita hacer referencia a Rosales por su nombre, identificándolo como el "ex gobernador" y describiéndolo como un peón de Estados Unidos. En algunos carteles de la campaña del jefe de estado se puede leer: "Vota en contra del diablo, vota contra el imperio".

Pero Rosales niega cualquier vínculo con Washington, insistiendo en que es un demócrata independiente que habla en nombre de los venezolanos, a quienes, según él, Chávez ha traicionado. Y ha intentado distanciarse de la "vieja" clase política, desacreditada por la corrupción, que gobernó el país durante cuatro décadas hasta la elección de Chavez en 1998.

Chávez y Rosales hasta hace poco se llevaban bien. El gobernador era uno de los pocos jefes de partidos de oposición que ocasionalmente se reunía con el presidente.  Eso cambió en diciembre cuando el pequeño partido de Rosales se unió al boicot opositor a las elecciones legislativas, expresando dudas sobre el sistema electoral automatizado.

Rosales ha dicho que podrían encabezar protestas callejeras si piensa que el resultado electoral es fruto de un fraude.

Amigos íntimos recuerdan que Rosales no temió actuar en 1979 para defender su primer triunfo electoral como concejal de su pueblo natal, cuando jefes políticos locales trataron de robarle la elección. Las versiones del incidente varían, pero de acuerdo con algunos, un disparo al aire fue hecho durante una pelea entre Rosales, sus adversarios y soldados encargados de proteger las papeletas.

Rosales asegura no recordar exactamente qué ocurrió, diciendo que "en muchas elecciones, hay problemas, intentos de trampas, bueno y cada quien defiende lo suyo". Al ser preguntado quién disparó el arma de fuego, Rosales sonriente respondió: "No me acuerdo, a lo mejor fue un cohete (petardo)".