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Remesas E.U, cruciales para el desarrollo de negocios en Cuba

Rolando tiene grandes planes para el pequeño gimnasio informal que administra en un garaje de La Habana: primero quiere obtener una licencia, después comprar nuevos aparatos y -¿porqué no?- hasta construir un sauna.

23 de septiembre de 2010

La Habana.- Pero para convertirse en uno de los 250.000 futuros empresarios privados que Cuba dijo que autorizará necesitará un capital inicial, y en una nación socialista sin servicios financieros eso significa recurrir a sus parientes en Estados Unidos, donde viven cerca de 1,5 millones de cubanos.

"Mi primo vino hace poco de Miami y tiró fotos del gimnasio. Me dijo que contara con él para lo que hiciera falta. Voy a llamarlo para decirle que si todo sale bien llegó la hora de ampliar el negocio", dijo.

La decisión del presidente Raúl Castro de casi triplicar el sector privado aceleraría el ritmo de remesas que llega del extranjero, un flujo de capital de por lo menos US$1.200 millones en el 2009, más de la mitad proveniente de Estados Unidos.

Rolando dice que US$1.000 bastarían para lavarle la cara al gimnasio montado en la penumbra del garaje de su edificio, donde por entre US$5 y US$15 al mes hace sudar a los vecinos en ingeniosas máquinas caseras como una cinta fabricada con tubos de metal.

"La liberalización de la economía podría llevar a un 10% de las personas que reciben remesas a invertir en pequeñas empresas", dijo Manuel Orozco, un experto en remesas del Inter-American Dialogue en Washington.

Orozco calcula que entre 75.000 y 100.000 cubanos que reciben dinero de Estados Unidos podrían invertir un promedio de US$2.500 en pequeños negocios desde cafés hasta talleres mecánicos y gimnasios como el de Rolando.

"La clave de estas reformas está en los incentivos, procedimientos y restricciones que se establezcan para desarrollar una pequeña empresa", indicó.

Un documento del gobernante Partido Comunista filtrado a la prensa sugiere que los nuevos empresarios podrán acceder a créditos, alquilar locales y hasta subcontratar mano de obra por primera vez desde la nacionalización de los pequeños negocios en 1968.

A cambio deberán pagar impuestos equivalentes al 35% de sus ingresos brutos, que algunos expertos consideran elevados para el precario sector privado.

Raúl Castro busca dinamizar la economía socialista de Cuba.

Legalizar negocios sumergidos como el de Rolando aumentaría los ingresos fiscales y ayudaría a financiar servicios como la educación y la salud gratuita.

RESERVA ESTRATEGICA

Las inyecciones de capital de los emigrantes fueron cruciales para la modernización de otras economías socialistas como Vietnam en la década de 1980.

"Aquí eso se sabe que también pasará. ¿De cuánto dinero estamos hablando? Eso no lo sabe ni un mago", dijo a Reuters un economista cubano, que pidió no ser identificado.

Según un empresario extranjero con años de experiencia en Cuba, las autoridades comunistas ven a los emigrantes como una "reserva estratégica" de capital. Y quizás llegó el momento de echar mano a ella.

Orozco, del Inter-American Dialogue, calcula que 750.000 hogares cubanos reciben dinero del exterior. Y el plan de Raúl Castro de despedir a 500.000 empleados públicos podría acentuar su dependencia de las remesas, que en promedio alcanzan unos US$200 mensuales.

Las autoridades cubanas no han mencionado la posibilidad de que los exiliados inviertan en los nuevos negocios.

Pero las remesas son un canal autorizado y pese a décadas de enemistad entre Cuba y los exiliados en Estados Unidos, el dinero enviado por los cubano-estadounidenses es una importante fuente de ingresos de divisas para la nación.

Paolo Spadoni, un experto en asuntos económicos cubanos en la Augusta State University en Georgia, advierte que el flujo de capital de Estados Unidos hacia la isla dependerá del margen de utilidades del nuevo sistema.

"No es que un potencial aumento de las remesas de Estados Unidos vaya a determinar el éxito del nuevo modelo cubano, sino al revés", dijo.

Rolando, como otros cubanos que vieron al Gobierno comunista dar marcha atrás tras la apertura económica de la década de 1990, es prudente.

"Ya yo tengo hasta el cartel para mi gimnasio listo, pero antes de colgarlo voy a esperar a ver si todo esto va en serio", dijo.

REUTERS