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Los cultivos biotecnológicos son un aporte de la ciencia a la agricultura

Un docente de EAFIT y un integrante de la Corporación para Investigaciones Biológicas (CIB) resaltan las ventajas ambientales, sociales y económicas de estas prácticas.

3 de diciembre de 2012

Países como Colombia tienen un desarrollo incipiente en este aspecto, pero poco a poco incursionan en un campo dominado por los Estados Unidos y Brasil.

Alimentos libres de plaguicidas, con calidad nutricional más alta, resistentes a las difíciles condiciones climáticas actuales, así como otras características que la agricultura tradicional no puede garantizar son hoy posibles gracias al avance de la ciencia.

Se trata de productos provenientes de cultivos biotecnológicos. “Son plantas a las que se le ha transportado un gen que posee otro origen. Por decir algo: un gen que procede de un insecto o de una bacteria, o de un animal, se transporta desde esa fuente de origen al genoma de su planta”, explica Diego Villanueva Mejía, jefe del nuevo pregrado en Biología de EAFIT, que comenzará en enero de 2013.

Pero no siempre se sigue este procedimiento. En ocasiones la información se modifica dentro del mismo organismo, sin necesidad de agregarle características de otros. En este caso no se habla de cultivos biotecnológicos, sino de plantas modificadas genéticamente.

El profesor Villanueva agrega que, en la actualidad, existen cerca de 18.000.000 de hectáreas cultivadas en el mundo, con los Estados Unidos y Brasil en los primeros lugares. Argentina es otro gran productor de este tipo de cultivos en América Latina y Colombia se encuentra en el puesto número 17.

En lo que tiene que ver con la investigación científica, aún falta mucho por hacer en el país, pues se comercializa maíz y algodón de este tipo, algunos cultivados acá, pero con orígenes en el exterior.

Los avances más destacados tienen que ver con arroz que se desarrolla en el Centro Internacional de Agricultura Tropical (Ciat) y la papa que trabaja el grupo de Biotecnología Vegetal de la Corporación para Investigaciones Biológicas (CIB) y la Universidad Nacional sede Medellín.

“Son variedades resistentes a la polilla guatemalteca de la papa y se desarrollaron completamente en Colombia. Su avance ha llegado hasta pruebas controladas de campo”, comenta Rafael Eduardo Arango Isaza, líder del grupo de Biotecnología Vegetal de la CIB.

Algunos usos
Los beneficios pueden llegar a ser muchos y, en ningún caso, tienen efectos contaminantes o que afecten la salud. Por el contrario, ayudan a contrarrestar el impacto ambiental y pueden proporcionar más nutrientes al cuerpo.

“Disminuyen el uso de plaguicidas y fungicidas, lo que es beneficioso desde el punto de vista económico para el productor y protege el medio  ambiente y la salud humana”, afirma Rafael Arango.

Pero tal vez, el principal aporte de este tipo de plantaciones tiene que ver con los productos resistentes al ataque de plagas.

Mediante el uso de tecnología BT, una  bacteria biocontroladora, se empiezan a producir una serie de proteínas tóxicas, pero que solo afectan a ciertos insectos, de manera que los elimina antes de que puedan empezar a obrar de manera negativa. Esta es una ventaja económica y proteínica.

También existen plantas resistentes a las condiciones ambientales, si se tiene en cuenta las dificultades climáticas creadas por fenómenos como el calentamiento global. Así se han producido cultivos que, por ejemplo, resisten de manera particular a grandes sequías y pueden sobrevivir sin necesidad de grandes cantidades de agua.

La tolerancia a los herbicidas es otra cualidad lograda por los cultivos biotecnológicos, muy útil para los agricultores.

“Donde se cultivan plantas, generalmente, nacen otras indeseables. Entonces, ¿qué es lo que el hombre había hecho? Desyerbar. Pero eso es muy tedioso. Lo más fácil es echar un producto que inhiba su crecimiento. El problema es que puede afectar el cultivo mismo. Por eso, se han desarrollado plantas que contienen genes que las hacen resistentes a los herbicidas”, manifiesta el profesor Diego Villanueva.

Por último, está uno de los aportes más novedosos: la calidad nutricional y cobertura. Algunos de estos productos han sido creados para determinados programas sociales y, por eso, cuentan con un mayor contenido de vitaminas como la A y la E.

El docente de EAFIT dice que, de esta manera, se pueden empezar a afrontar temas que aquejan a la humanidad como el hambre, pues también se ha aumentado el rendimiento de los cultivos. “Un cultivo que, tradicionalmente, produce 20 toneladas, si se interviene puede llegar a producir 50, 60 y hasta 70, es decir, se va a incrementar la población que va a alimentar”, concluye.