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Las espadas que cuelgan sobre el salario mínimo

Capacidad de consumo, crecimiento de la demanda interna, desempleo e informalidad y costos de los servicios públicos en relación al ingreso.

6/12/2005
1 de diciembre de 2005

Primera espada: Consumo y demanda

De acuerdo con cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) en los primeros nueve meses de 2005 las ventas del comercio crecieron a un ritmo de 9,1%. Pero al excluir las ventas de vehículos el crecimiento es de 6,4%.

Al ver con cuidado, los sectores que más jalonan las ventas son muebles y equipos para oficina (44%), vehículos (27%) y muebles y electrodomésticos (17,7%), que claramente no son los gastos más comunes de los estratos más bajos. En tanto, productos básicos de la canasta familiar, el grueso de las compras de los estratos bajos, no crecen a un ritmo similar. Ese es el caso de los alimentos y las bebidas, que aumentan 3,3%.

Una de las medidas del Gobierno para incentivar la demanda -la devolución de dos puntos del IVA de 16% por compras con tarjetas de crédito- fue cuestionada por Fenalco que consideró que beneficiaba a un pequeño grupo de la población de mayores recursos, que son los que compran con dinero plástico, la mayoría de quienes se sostienen con el salario mínimo están por fuera del sistema bancario, y los costos de vincularse serían un desangre para su economía.

Segunda espada: Aumento y calidad del empleo

Una de las noticias clave de las últimas semanas fue la reducción en la tasa de desempleo al 10%. Esto significa que en octubre había 728.000 desempleados menos que cuatro años antes.

Sin embargo, en los últimos meses el subempleo ha venido creciendo: 6,8 millones de trabajadores sienten que la labor que desempeñan no corresponde a sus capacidades, o que sus ingresos no les alcanzan o que podrían trabajar más tiempo del que lo hacen.

En las 13 principales ciudades 59 de cada 100 trabajadores son informales nivel que se ha reducido poco en los últimos años. Según el Ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, en Colombia más de 7,7 millones de trabajadores, es decir el 43% de los ocupados, ganan menos de un salario mínimo ($381.500 pesos mensuales), hecho que califica como preocupante.

Precisamente, dentro de sus argumentos para que el aumento del salario mínimo sea moderado está el temor de que se aumente la cifra de trabajadores que reciben menos de un salario mínimo y que en su condición de informalidad quedan por fuera de las afiliaciones a salud y pensiones.

Roberto Ortegón, presidente del Consejo Nacional de Planeación es que en el gasto público no se ha reflejado en el crecimiento del empleo hasta los niveles que necesita el país, y que la reforma al código laboral, flexibilización, lo que ha generado es más subempleo.

Y no existen datos documentados sobre la relación entre crecimiento del salario mínimo y desempleo que puedan apoyar una tesis de que el aumento del ingreso obligatoriamente conduzca a mayor tasa de paro, por el contrario, en muchos países de Latinoamérica, Chile por ejemplo, la estabilidad fiscal, un manejo serio y displinado de las finanzas públicas, el incentivo directo a la creación de empleo y leyes que promueven la productividad en la empresa privada, han hecho posible que el salario mínimo crezca por encima de los índices de inflación sin que esto pese en los niveles de desemplo o crecimiento del país. ¿Por qué en Colombia sí?

Tercera espada: Servicios públicos

Como proporción de sus ingresos, los colombianos más pobres pagan más por las tarifas de los servicios públicos que los más ricos.

Un estudio de la Universidad Nacional y Planeación Distrital, que analizó el caso de Bogotá, reveló que mientras los estratos 1, 2 y 3 destinan el 11% de sus ingresos a pagar los servicios de agua, alcantarillado, aseo, luz, gas y teléfono, los estratos altos sólo destinan el 5%.

En ocho años, a los estratos bajos se les duplicó el porcentaje de ingresos que dedican a este sector. En este periodo, a los estratos 4 y 5 se les mantuvo igual, y bajó del 7 al 5% del ingreso para el estrato más alto, según el estudio citado.

A través de un documento Conpes, el Gobierno recomendó utilizar los resultados del Censo para revisar la metodología en el otorgamiento de subsidios y destinarlos hacia las familias que más lo necesitan.

Análisis con información del diario El Tiempo.