Home

Noticias

Artículo

Gobiernos retoman sectores privatizados en Latinoamérica

Poco después el gobierno de Chávez, cuyo "socialismo del siglo XXI" ha coexistido con un vigoroso sector privado, dijo que pagará el precio de mercado para controlar esas empresas, lo que haría las nacionalizaciones menos radicales de lo esperado y no muy distintas a lo que pasa en el resto de Latinoamérica.

12 de enero de 2007

Bogotá..- Cuando Hugo Chávez avisó en uno de sus apasionados discursos la nacionalización de las mayores empresas de telecomunicaciones y energía en Venezuela, los inversionistas respondieron deshaciéndose de sus acciones.

El secretario de prensa de la Casa Blanca, Tony Snow, declaró después del anuncio de Chávez que las nacionalizaciones "tienen una larga y triste historia de fracasos en todo el mundo". Empero, los directivos de la minera estatal chilena Codelco podrían refutarlo, pues esa empresa controla exitosamente la industria del cobre en esa nación comprometida con el libre mercado.

Una década después de una ola de privatizaciones en Latinoamérica, hasta los gobiernos alejados de la ideología de Chávez descubrieron que la empresa privada no siempre sirve al interés de la población, especialmente en servicios que requieren altas inversiones y rinden pocos beneficios. Varias privatizaciones estratégicas han sido revertidas y muchos países que aceptaron "el consenso de Washington", que recetó el libre mercado como fórmula para el desarrollo económico de la región, nunca vendieron sus industrias clave.

"Algunas nacionalizaciones en Latinoamérica son de vieja data y existen por razones de seguridad nacional e inclusive por cuestiones simbólicas. También son una medida del orgullo nacional", dijo Michael Shifter, de Inter-American Dialogue, un grupo de investigación con sede en Washington. Las petroleras estatales existen en México, Brasil, Colombia y Chile, a pesar de que estos últimos países pueden ser calificados como adeptos ortodoxos del libre mercado. Colombia quiere vender el 20% de la estatal Ecopetrol para financiar nuevos proyectos de exploración.

Las empresas estatales suponen el 10% del Producto Interno Bruto (PIB) de la región y generan casi el 5% de empleos formales, según el Banco Mundial. El éxito de cada nacionalización, por supuesto, depende de los detalles de cada industria y país. Varios analistas consideran que Chávez fracasará al tomar el control de CA Nacional de Teléfonos de Venezuela (CANTV), que pertenece en parte a la estadounidense Verizon Communications.

Corea del Sur tiene una sofisticada empresa estatal de telecomunicaciones y la mayor penetración de internet del mundo. Pero a los venezolanos que recuerdan a CANTV antes de que fuera privatizada en la década de 1990 les preocupa la medida porque entonces era difícil conseguir tono de marcar, al extremo que algunas compañías dedicaban personal exclusivamente a hacer llamadas para obtenerlo.

Los caraqueños también se preocupan por Electricidad de Caracas, una compañía controlada por la estadounidense AES Corp, que pertenece a otro sector que Chávez quiere nacionalizar. Regiones de Venezuela que dependen de empresas estatales sufren apagones frecuentes. Chávez tiene como objetivo "tomar ventaja de condiciones favorables para intensificar y consolidar su control político", opinó Shifter.

Gary Hufbauer, del Instituto de Economía Internacional con sede en Washington, citó como razones para nacionalizar:

_El partido en el poder quiere los beneficios y esto se refiere principalmente a empresas petroleras y mineras.

_Mantener un alto número de empleados para suministrar empleos a cambio de apoyo político.

_La población desea servicios gratuitos o baratos.

Ninguna es fórmula para el desarrollo de compañías eficientes.

El Banco Mundial examinó en el 2004 a 181 empresas estatales de servicios públicos que fueron privatizadas en 15 países de Latinoamérica y el Caribe y descubrió que, en términos generales, la productividad laboral, eficiencia y calidad del servicio mejoraron, especialmente en el caso de telecomunicaciones.

Al contrario, las empresas de agua y acueductos fueron ejemplos problemáticos.

A uno de los privatizadores más activos de la región, el ex presidente argentino Carlos Menem, le critican que los ingresos de las ventas que hizo entre 1989 y 1999 fueron a parar en los bolsillos de políticos corruptos, y que los compradores apenas realizaron inversiones. En Perú y en Bolivia también se escuchan reclamaciones similares.

El gobierno argentino anuló un contrato de manejo de aguas por 30 años con una filial de la francesa Suez, por incumplir con mejorar su infraestructura y abandonar empobrecidas zonas en las afueras de la ciudad. Quejas así, expresadas en violentas protestas callejeras, derrocaron al presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada, que vendió varias industrias durante su presidencia a mediados de la década de 1990 y luego en el 2003, en el periodo en que fue expulsado.

El actual presidente Evo Morales llegó a la presidencia prometiendo revertir esas privatizaciones y lo hizo con el gas natural, y la semana pasada compró la compañía de distribución de agua que estaba en manos de Suez.

Entre los empobrecidos indígenas en las frías regiones de los Andes, una alta factura de electricidad puede dejar a una familia sin comer.

Eso explica también los disturbios de peruanos que en el 2002 se opusieron a la privatización de dos estatales eléctricas, cuyas ventas financiarían el presupuesto del país gobernado entonces por Alejandro Toledo, algo innecesario para Venezuela y sus ingresos petroleros.

Por esa razón, Hufbauer dijo que le sorprendería si las nacionalizaciones se extienden más allá de Venezuela y Bolivia.

Según Hufbauer, "solo Venezuela tiene el dinero en efectivo para financiar las altas nóminas y pérdidas financieras que una notable nacionalización presagia", y pronosticó que inclusive Bolivia disminuirá la velocidad de su avance "después de que absorba las industrias de gas y petróleo, y posiblemente agua y electricidad".

 

 

AP