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En Francia, algunos trabajadores se desviven por ser despedidos

Abundan en Francia las anécdotas de personas insatisfechas con sus trabajos que les piden a sus jefes que los despidan porque no saben si lograrán conseguir otro empleo pronto y quieren asegurarse de cobrar un seguro de desempleo.

26 de enero de 2008

Paris.- Mariam, una mujer de 28 años que se quería ir de la tienda en la que trabajaba, hizo lo imposible por ser despedida.

Sabía que si se iba por su propia cuenta no podría cobrar el generoso seguro de desempleo. La empresa, sin embargo, no cedió. Hasta que dejó de ir a trabajar y finalmente logró su cometido.

Estuvo cobrando el seguro durante seis meses, hasta que finalmente consiguió otro trabajo.

Pronto, los franceses podrían dejar de apelar a cualquier recurso para ser despedidos. Una inusual propuesta en el marco de la campaña del presidente Nicolas Sarkozy para crear un mercado laboral más flexible podría hacer que se pague seguro de desempleo a toda persona que se quede sin trabajo, haya sido despedida o no.

Los promotores de esta medida niegan que pueda resultar un incentivo para que la gente no trabaje. Aseguran que es parte de una reforma que generará nuevos puestos de trabajo y disminuirá el desempleo en un mercado en el que abundan el engaño y la inercia.

Actitudes como las de Mariam reflejan la reticencia de los trabajadores a correr riesgos y la necesidad de modificar el rígido mercado laboral francés. Mariam pidió ser identificada únicamente con su segundo nombre porque le había mentido a su nuevo patrón cuando se le preguntó cómo que se había ido de su anterior empleo.

Las reformas en estudio son producto de cuatro meses de negociaciones entre los sindicatos y los líderes empresariales a instancia de Sarkozy. Son inspiradas por el modelo dinamarqués de "flexicuridad", que combina una legislación liberal en cuanto a despidos y contrataciones con buenos beneficios para los trabajadores.

Las empresas, por su parte, dispondrán de mayor flexibilidad, incluidos períodos más largos de prueba para las nuevas contrataciones.

El gobierno dice que las reformas simplificarán la legislación laboral. Pero resta por verse si se logra el equilibrio justo entre seguridad para los trabajadores y flexibilidad para las empresas.

El proyecto fue apoyado por una cantidad suficiente de sindicatos como para que sea aprobado sin protestas callejeras, algo inusual en Francia y un indicio de que Sarkozy aprendió de los errores de sus predecesores, que trataron de imponer reformas sin el visto bueno de los trabajadores.

La federación de empresarios, MEDEF, espera que las reformas ayuden a eliminar los recelos en las relaciones entre patronos y empleados, y reduzcan las batallas legales que a menudo siguen a la expiración de los contratos laborales.

"Todos hemos admitido que llega un momento en la vida de una empresa en la que el empleado y el patrón se dan cuenta de que las cosas no funcionan y que es mejor dar vuelta la página", expresó Laurence Parisot, presidente de la MEDEF. "En esos casos, ¿por qué no idear una solución que no sea conflictiva, ya que no hay conflicto?"

Según el proyecto, si el empleado y el patrono se ponen de acuerdo en rescindir el contrato, las autoridades laborales aprobarán el arreglo. El trabajador gozará de un seguro de desempleo y además recibirá una pequeña indemnización, proporcional al sueldo y a los años que trabajó para la compañía.

El gobierno espera presentar el proyecto ante el parlamento antes de la mitad del año.

Mientras tanto, en la internet abundan los consejos para personas que no están contentas con su trabajo. Uno aconseja "Cómo hacer para que te despidan".

Irse por cuenta propia es considerado un último recurso.

Muchos preguntan qué excusas esgrimir para pedirle a un patrono que lo despida. Algunos patronos aceptan despedirlo si el empleado se comprometa a no demandar a la empresa por la cesantía.

El ministerio del trabajo y la oficina nacional de desempleos dijeron que no tienen cifras acerca de esta práctica. Pero Stephane Boudin, abogado parisino especializado en leyes laborales, asegura que el fenómeno es "muy, muy común" y que constantemente tiene que recordarle a la gente que pedir ser despedido va contra la ley.

Otro recurso es simplemente dejar de asistir al trabajo, como hizo Mariam.

Mariam fue contratada para trabajar en cierto departamento, el que fue disuelto, y ella terminó pasando de un puesto a otro hasta que se hartó de esa situación. Dejó de ir al trabajo y no contestó las llamadas de sus jefes.

Fue despedida en enero del 2007 y durante seis meses cobró un seguro de desempleo de 1.370 dólares al mes, comparado con los 2.200 dólares que tenía de sueldo.

Mariam ve con buenos ojos las nuevas reformas.

"Le permitirán a la gente irse de un trabajo con la frente alta", expresó.


 

 

AP