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Corea del Sur quiere ser un ejemplo de progreso con su cumbre del G-20

En Seúl está casi todo listo para recibir los próximos 11 y 12 de noviembre las reuniones de jefes de Estado y de Gobierno de países industrializados y emergentes, que intentarán consolidar la recuperación económica global.

4 de noviembre de 2010

Corea del Sur quiere que la primera cumbre del G20 en Asia demuestre al mundo su modernidad, mientras se afana en que los recursos puestos para que el encuentro sea exitoso no se echen a perder con las protestas.

En Seúl está casi todo listo para acoger los próximos 11 y 12 de noviembre las reuniones de jefes de Estado y de Gobierno de países industrializados y emergentes, que intentarán consolidar la recuperación económica global en el complejo del COEX, una isla de rascacielos y salones de congresos en la zona sur de la ciudad.

Corea del Sur, cuarta economía de Asia, será el primer país no perteneciente al G7 que organiza una cumbre que debatirá asuntos como la reforma del sistema financiero, la disciplina fiscal o el comercio mundial, y en su capital se aprecia desde hace días un aumento de la presencia policial.

Lee Chan-buom, director general del consejo nacional para la imagen de marca de Corea del Sur, aseguró a Efe que el país está sobradamente preparado para la cita y recuerda su experiencia en la organización de acontecimientos de alto nivel como los Juegos Olímpicos de 1988 o el Mundial de Fútbol de 2002.

"Es importante porque atraerá la atención mundial y es una oportunidad única para mostrar lo mejor de Corea del Sur al mundo", indicó Lee.

Las principales empresas del país quieren aprovechar el tirón mediático del G20 con un despliegue publicitario que ha inundado la ciudad de anuncios en los que se celebra la llegada de la cumbre con el orgullo nacionalista que caracteriza a los surcoreanos.

Los organizadores esperan que cueste menos que la cumbre de junio en Toronto (Canadá), que se disparó hasta los 700 millones de euros por el presupuesto de seguridad, algo que Seúl se espera evitar gracias a los jóvenes que deben prestar dos años de servicio en las Fuerzas Armadas o en Seguridad del Estado.

Con seguridad, los ciudadanos de Seúl tendrán que vivir una semana atípica con numerosos cortes de calles y atascos, mientras, para prevenir ataques terroristas, no podrán utilizar las taquillas del subterráneo y tendrán que prescindir de visitar el COEX, uno de los mayores centros de ocio y compras de la capital.

El presidente surcoreano, el conservador Lee Myung-bak, se ha tomado como un desafío personal que la cumbre consiga aunar las posturas de los países ricos y emergentes, y consolide el G20 como el foro más importante a nivel mundial tras su celebración en Pittsburg en 2009.

Con este objetivo, Lee ha pedido al país y a sus opositores que unan fuerzas para que el encuentro sea un éxito, aunque algunos movimientos críticos con su gestión podrían aprovechar la cumbre para sumarse a las protestas de los grupos antiglobalización.

La Policía surcoreana, que espera que unas 80 organizaciones locales se manifiesten conjuntamente contra la cumbre, ya ha advertido que no va a tolerar acciones violentas y que actuará de manera decidida para evitarlas.

Para ello, ha establecido un perímetro de seguridad de dos kilómetros en torno al recinto de la cumbre, en el que se prohíben las concentraciones entre los días 8 y 12 de noviembre, e impondrá limitaciones a la circulación de vehículos y personas.

Corea del Sur será testigo de su mayor despliegue policial para la organización de un acontecimiento, que contará con 50.000 agentes, entre ellos miembros de las fuerzas especiales y 20.000 antidisturbios, ayudados por tanquetas y helicópteros.

Para evitar sobresaltos, las fuerzas de seguridad levantarán un muro de 2,2 metros de alto alrededor del edificio donde tendrán lugar las reuniones de los mandatarios del G20 y se apoyarán en una ley especial que da mayores poderes a la Policía.

Han Seong-geun, miembro de la plataforma "Da Hamgae" (Todos juntos), un movimiento anticapitalista que reúne a estudiantes, sindicalistas y pacifistas, criticó en declaraciones a Efe estas medidas que limitan el derecho a la protesta y advirtió que intentarán acercarse al COEX los días de la cumbre.

"No sabemos qué pasará, la Policía está presionando para que no nos manifestemos más allá de un recinto habilitado lejos de la zona de las reuniones", admitió.

La cumbre del G20 tendrá que lidiar con el riesgo geopolítico de estar a menos de cien kilómetros del régimen comunista enemigo de Kim Jong-il, que desarrolla armamento nuclear en desafío a la comunidad internacional.

 

EFE