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Cine latinoamericano enfrenta dificultades

Atraviesa por un período de expansión, que se plasma en un aumento de la producción, en nuevas búsquedas temáticas y estéticas y en una marcada presencia en festivales internacionales.

16 de junio de 2008


Con más de 20 películas seleccionadas en la última edición del Festival de Cannes, cuatro de ellas en competencia por la Palma de Oro, el cine de América Latina ocupó un lugar de privilegio y mostró su condición universal. Sin embargo, a pesar de las buenas críticas y el reconocimiento en el exterior, a la mayoría de los directores les cuesta estrenar comercialmente sus películas en sus propios países e, incluso, que crucen las fronteras de la región.

El panorama se repite en casi todo Latinoamérica. La cinematografía de Estados Unidos cubre cerca del 80 por ciento de la oferta. Y este porcentaje puede ser mayor en países sin producción propia.

"La cuestión de la hegemonía, de una sola mirada, marca la gravedad de la situación y es el punto de partida. Tenemos que ver cómo recuperamos los espacios perdidos," dijo Eva Piwowarski, secretaria técnica de la Reunión Especializada de Autoridades Cinematográficas y Audiovisuales del Mercosur (RECAM).

"Hay una demostración de alta calidad en la región y hay que defender las leyes de promoción del cine. Nos faltan todavía políticas y medidas concretas para que esta realidad de los festivales se traslade a la realidad de los mercados," agregó.

En algunos países de Latinoamérica, el Estado juega un papel clave mediante el otorgamiento de subsidios, que posibilita el avance de nuevas producciones. Pero ante la falta de una industria sólida, muchos cineastas deben recurrir además a los aportes de entidades privadas, principalmente europeas.

Más allá de la crisis
En América Latina existen tres grandes cinematografías tradicionales, que suelen sobrevivir a las múltiples crisis económicas: México, Brasil y Argentina. Países como Chile, Uruguay, Venezuela, Cuba y algunos de Centroamérica, entre otros, también están viviendo una renovación y estrenando películas de calidad, según expertos.

En el 2007, México lanzó unas 40 películas, Brasil poco menos de 80 y Argentina cerca de 90. Le siguieron Venezuela con 14, Cuba con 12, Chile con 10 y Uruguay con 4.

"Los cines de nuestro continente tienen momentos de auge y caída, pero en los países donde hay tradición cinematográfica el cine se mantiene, porque hay gente que ha ido transmitiendo conocimiento," dijo Lita Stantic, una reconocida productora, considerada mecenas del llamado "Nuevo Cine Argentino."

"Se estrenan más películas argentinas en Francia que en toda Latinoamérica. Es muy difícil estrenar un filme latinoamericano y hay películas que son éxitos brutales en sus países, como 'Machuca' en Chile. Las películas que hace mi productora se venden más fácil en Europa que en Latinoamérica," agregó.

Según datos de la RECAM, entre el 2000 y el 2004 se estrenaron sólo 17 películas argentinas en México. Mientras que entre el 2000 y el 2005 se exhibieron 147 filmes latinoamericanos en Europa, de los cuales 91 provinieron de Argentina. De ese total, 27 fueron de Brasil, 17 de Chile, 7 de Uruguay y 5 de Venezuela, siendo el principal mercado España (82,22 por ciento), seguido de Francia (9,27) y el Reino Unido (2,49).

Claro que hay excepciones. El filme brasileño "Tropa de Elite," sobre los policías que combaten el tráfico de drogas en las favelas de Río de Janeiro, se convirtió en el mayor éxito del país en el 2007, con más de 2 millones de espectadores. La película ganó el Oso de Oro en el último Festival de Berlín. Pero cuesta ver los filmes de la región en las salas comerciales. Y también que los espectadores los elijan por sobre las películas estadounidenses.

"Me pasa mucho eso de encontrarme con una producción de otros países de la región en un festival y no en un estreno comercial. Eso claramente no funciona," dijo Pablo Trapero, director argentino de "Leonera," uno de los cuatro filmes latinoamericanos en la competencia oficial del Festival de Cannes pasado.

"Pero se empieza a dar en los últimos años una relación un poco más fluida que en los años previos. Este año estaban en Cannes (el brasileño) Walter Salles, que además es coproductor de 'Leonera', y (el mexicano) Alfonso Cuarón era jurado," agregó.

Existen algunas iniciativas estatales para que se estrenen las películas de un país en el otro, como en el caso de Argentina y Brasil. Pero el diálogo se da más entre directores, actores y productores privados. También está Ibermedia, uno de los principales logros de la cinematografía latinoamericana en relación a la industria, que es un acuerdo entre los países de la región más España y Portugal, que tienen un fondo que se otorga a distintas producciones.

"Chile y América Latina existen en la medida en que nos integremos, sino desaparecemos todos en la marea industrial. Al igual que todos los países se unen por distintas cuestiones de orden económico, social, político, la cultura es una forma," dijo Miguel Littin, un reconocido cineasta chileno.

"Estamos segmentados, segregados, divididos y con un gran desconocimiento. Necesitamos una ley de libre comercio o de libre expresión del cine latinoamericano en América Latina," agregó.

Nuevas temáticas
El surgimiento de nuevas escuelas de cine, que garantiza profesionales de alta calidad, el acceso a tecnologías digitales más económicas y una fuerte necesidad de expresión, llevaron a un aumento de la producción y a nuevas búsquedas temáticas. "El cine latinoamericano, además de tener una cantera de historias, revisa permanentemente su rol frente a la sociedad," afirmó Piwowarski.

En Cuba, jóvenes realizadores están intentando abrirse paso dentro de las estructuras estatales para poder exhibir y comercializar sus producciones independientes, en las que abordan desde la censura política y la inmigración, hasta la politización de la sociedad y la falta de diversidad.

El cine en Centroamérica (Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá) está renaciendo tras años de guerras y desastres naturales, con temas vinculados al rescate de la memoria histórica, la denuncia de los crímenes acaecidos, junto a cuestiones indígenas.

En México, además de los directores Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro, que trabajan en Hollywood, existe otro grupo de cineastas que realizan una producción nacional, sobre temáticas más ligadas a lo local, como Carlos Reygadas, Juan Carlos Rulfo, Arturo Ripstein y Luis Estrada.

Después de las dictaduras que azotaron a muchos países de la región en las décadas de 1970 y 1980, muchas cinematografías se volcaron a denunciar y rescatar historias de lo sucedido durante esos años. Ahora los cineastas latinoamericanos están retomando el tema desde otra mirada. También empezaron a filmar tanto películas de ficción como documentales los familiares de las víctimas, a quienes les costó más asumir ese compromiso.

"Esta generación del Nuevo Cine Argentino está muy impregnada por la dictadura, o por el silencio o por haberlo vivido. Y le ha costado más a los que fueron víctimas poder expresarlo, poder hacer películas, como es el caso de Albertina Carri ('Los rubios') y Lucía Cedrón ('Cordero de Dios')," indicó Stantic.

Muchos expertos dicen que, más allá de las temáticas, los subsidios a veces cuestionados y los debates sobre si existe o no una industria cinematográfica regional, lo importante es destacar el talento de directores como Reygadas en México, Lucrecia Martel en Argentina y Salles en Brasil, entre otros.

"Es muy difícil hacer industria en un país o en un continente donde realmente no hay industria. Creo que en América Latina los cineastas que están dando que hablar y están haciendo cosas interesantes son aquellos que son autores," concluyó Alberto Fuguet, escritor y director de cine chileno.

 

 

Reuters