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China produce alimentos en el exterior para el mercado interno

30 de mayo de 2008

Chaleunsouk, Laos.- Los arrozales que cubrieron esta región montañosa durante siglos han desaparecido. En su lugar hay hileras de árboles de caucho, cuya savia está destinada a China.

Las 60 familias de este pueblo de hombres demacrados y mujeres encorvadas se dedican ahora al cultivo de ese árbol, al igual que miles de personas en el nordeste de Laos. Todos esperan beneficiarse de la enorme demanda de caucho en la vecina China.

En su afán por apuntalar su floreciente economía, China ha estado procurándose concesiones mineras y de talado de árboles en distintos rincones del mundo. Ahora busca cultivos para alimentar a su gente y sus industrias. Empresas chinas están acaparando vastas extensiones de tierra en el exterior y firmando contratos para la producción de alimentos.

Esta campaña genera reacciones mixtas.

El gobierno comunista de Laos, por ejemplo, sostiene que el caucho es un milagro que sacará al país de la pobreza. Se espera que China consuma una tercera parte del caucho producido en el mundo hacia el 2020. Por entonces tendrá seguramente el mercado automovilístico más grande del planeta, con unos 200 millones de vehículos en sus carreteras.

Pero como parte de este proceso, algunos agricultores laosianos están perdiendo sus tierras ancestrales o viéndose obligados a trabajar como peones en campos que supieron ser suyos. Las firmas chinas son acusadas de conseguir concesiones para la producción de caucho sin compensar a los agricultores. También se les acusa de violar las leyes y los derechos humanos, y de destruir el medio ambiente.

"Las compañías chinas del norte son todas dirigidas por maleantes", afirmó Charles Alton, quien asesora sobre agronomía a varias agencias internacionales en Laos. Pero agrega que el norte de Laos se presta para esas situaciones de explotación en vista de que "no hay regulaciones ni policías".

Los chinos niegan esas afirmaciones o se abstienen de comentar.

"No estoy al tanto de que las compañías chinas cometan irregularidades en el exterior. Pero las firmas chinas que quieren expandirse al exterior deben saber que es importante tener buenas relaciones con la gente de allí", señaló Ju Hongzhen, presidente de la Asociación de la Industria del Caucho China.

La Administración Estatal de Bosques dio el año pasado directrices acerca de cómo administrar plantaciones en el exterior. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación también está elaborando pautas.

Desde el sudeste asiático hasta Africa, los chinos están cultivando palmas para aceite, eucaliptos, maíz, árboles de teca, caña de azúcar y caucho. Como sucede en Laos, las haciendas industriales son vistas como una pesadilla ecológica por unos y como una forma de salir de la pobreza por otros.

En la República Democrática del Congo, la gigantesca empresa de telecomunicaciones china ZTE International compró casi tres millones de hectáreas de bosques para producir aceite de palma. En Zimbabue, la firma estatal China International Water and Electric habría recibido del gobierno los derechos para plantar maíz en 100.000 hectáreas al sur.

Indonesia está en tratos con otra firma china para desarrollar las plantaciones de biocombustibles. La Agencia de Investigaciones del Medio Ambiente, con sede en Londres, dice que se están negociando otros acuerdos, generalmente a través de terceros, debido al resentimiento que hay en el país hacia los chinos. La agencia afirma que el proyecto destruirá los bosques.

En Mianmar hay al menos dos compañías chinas, Ho Nan Ching y Yunnan Hongyu, con concesiones para cultivar el caucho. Refugiados que huyen del país, gobernado por los militares, dicen que los soldados desalojan por la fuerza a los campesinos para despejar el camino para la producción de caucho, en algunos casos con empresas chinas.

Una firma chino-camboyana, Pheapimex-Wuzhishan, convirtió tierras de la tribu phong en una plantación de árboles 20 veces más grande que lo autorizado por las leyes camboyanas, según la organización defensora del medio ambiente Global Witness. Señala además que la empresa china Kratie burló las normas registrándose como tres compañías distintas. En Beijing, el ministerio de comercio desistió de responder a preguntas escritas sobre la expansión de las empresas chinas al exterior, con excepción de Laos, donde, sostuvo, las firmas chinas "están muy pendientes de la protección al medio ambiente". El gobierno de Laos, no obstante, declaró una moratoria sobre las concesiones de más de 100 hectáreas, en parte porque es evidente que se usaban esos terrenos para la tala ilegal de árboles.

Autoridades corruptas y leyes ambiguas son parte del problema.

"Las firmas chinas hacen todo lo que está a su alcance para sacar ventaja, pero también se aprovechan de ellas. El sistema es corrupto y hay lagunas jurídicas que a veces los benefician y otras los perjudican", dijo Weiyi Shi, economista estadounidense que acaba de completar un estudio de la industria del caucho.

En el estudio se comprobó que cuando la firma de capitales chinos y laosianos Ruifeng llegó al pueblo de Changee, desapareció la mayoría de los arrozales y tierras para el ganado. Algunos cementerios fueron profanados. Un ejecutivo de la empresa, Zheng Fengqi, negó versiones de que hubiese protestas contra la presencia de esa firma. "La gente de la zona está contenta con el proyecto porque puede ganar más dinero y tener una vida mejor", sostuvo.

Algunos campesinos independientes ven con buenos ojos a los chinos y esperan replicar los éxitos de la vecina provincia china de Yunnan con la producción de caucho. Hasta queman ellos mismos bosques de la zona en la esperanza de atraer a los chinos.

"Ven lo que pasó en China, donde la gente dejó de lado las casas de madera y vive ahora en apartamentos de cemento; en lugar de caminar o usar bicicletas tienen motocicletas o autos, los búfalos dieron paso a los tractores y la electricidad reemplazó a las lámparas de kerosene", expresó Michael Dwyer, investigador de recursos naturales de la Universidad de California, en Berkeley. "Quieren lo mismo para ellos".